Riaza Los Gayumbos desde 1990

¡Cómo está el patio en España! ¡Qué barbaridad! Me dan ganas de coger un caballo de ésos que Josete amaestra y cuida con mimo en su finca "La Vereda", en

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, poner rumbo al alto del "Pico del Lobo" al más puro estilo del aventurero Jeremiah Johnson, y desaparecer de la civilización (?) por un tiempo. Y es que nuestro país, España, empieza a estar insoportable, siento decirlo. Lo que sucede aquí no ocurre en ningún otro país de nuestro entorno. Pasan cosas muy graves y...aquí no pasa nada. Este encogerse de hombros (todo da igual) y de energías, singular reflejo de una crisis de vida, de una época de desaliento y desencanto, de confusión y de promesas incumplidas, de horizontes cutres, cuando no, lisa y llanamente, de falta de horizontes, tiene en la ausencia de trascendencia una causa evidente. Pero ¿se puede vivir sin valores?

No sé, pero supongo que habrán visto ustedes, una o más veces, las patéticas imágenes ofrecidas por las televisiones sobre la batalla campal entre padres sucedida el domingo pasado durante un partido de futbol jugado por los equipos infantiles del Alaró y el Collerense en Mallorca. El lamentable espectáculo nos ha abochornado a todos. Los papás y las mamás de los niños-futbolistas han quedado peor que Cagancho en Almagro y los medios les han puesto a parir sin compasión alguna. Se lo tenían más que merecido. La sangre tira mucho, y el orgullo también. Si a ello sumamos que muchos padres creen tener en sus hijos la rencarnación de un nuevo Messi o Cristiano, un Rafa Nadal o Pau Gasol, un Márquez o Fernando Alonso, pues pasa lo que pasa. Pero ojo: no seamos tan cínicos. Los padres de los niños no son los únicos culpables. La responsabilidad y culpabilidad de lo sucedido nos compete a toda la sociedad española en general y, naturalmente, a los principales estamentos del fútbol nacional (Federaciones, Liga Profesional, Consejo Superior de Deportes, Colegio de Árbitros, Colegio de Entrenadores) en particular. Tampoco nos libramos los aficionados y los medios de comunicación.

No he leído ni escuchado la menor reflexión sensata acerca de lo acontecido. A los papás les han calificado de bestias y a las mamás de verduleras. De ultras. Pero nadie quiere ir al fondo de la cuestión. Nadie quiere coger el toro por los cuernos y proclamar la única verdad: todo sucede por nuestra proverbial y reconocida universalmente pésima educación. Sí, la educación, la buena claro, que es la asignatura pendiente de los españoles. La buena educación es una señal inequívoca de civilización, de civismo. Pero, reconozcámoslo, está en desuso en nuestro país. No tenemos educación, ni buenas maneras, ni cortesía, ni compostura, ni urbanidad, ni modales. Los tiempos que corren son terriblemente pragmáticos. Lo que no sirve para ganar dinero, para adquirir poder o pasarlo bien, está condenado a desaparecer. Las buenas maneras consisten en el arte de hacer que los demás se encuentren bien con uno. Y aquí, en España, a lo que se ve, pocos artistas hay.

Míren: hoy en día, llevar a un hijo o nieto de corta edad a ver un partido de fútbol es un acto muy irresponsable por el ejemplo impresentable que dan muchos aficionados en los estadios. Los hay que se pasan todo el encuentro insultando al árbitro o al equipo contrario sin motivo alguno. Nos han enseñado a odiar al rival en el que sólo vemos al enemigo, que no al adversario con el que hemos de competir en buena lid. Hace unas semanas, en Sevilla, los seguidores del equipo de Nervión profirieron contra el jugador Sergio Ramos los gritos e insultos mas hirientes y vejatorios que imaginarse puedan. ¿Qué paso después? ¿Qué sanciones adoptaron los sesudos miembros del Comité de Competición o del Comité Antiviolencia? Ninguna, optaron por "los lo políticamente correcto", o sea, por cerrar parcialmente (ya lo veremos) un sector del Sánchez Pizjuán. Estamos en el país del "no pasa nada" para lo mucho que pasa. Todo vale. Pero que no nos confundan porque no todo vale igual ni da igual.

Todos esos estamentos deportivos a que me refería antes (con la sola excepción del Comité Olímpico Español y algunos centros educativos) no se preocupan en formar personas y deportistas desde tempranas edades. Tampoco lo hacen las canteras de los principales clubes de fútbol por mucho que digan lo contrario. No educan en los valores. A los niños, desde que se inician en benjamines, les enseñan únicamente a "ganar, ganar y volver a ganar" como sea. Todos hemos visto a niños de 5-6 años llorar desconsoladamente por la pérdida de un partido decisivo (?), cuando lo principal debería de consistir en disfrutar del momento y ser felices. Pero no es así.

El "sistema" por tanto, todo él, esta viciado, y no nos puede sorprender que luego sucedan cosas como las de Mallorca o parecidas, porque de aquellos lodos vienen estos barros. No, no, los padres no son los únicos "ultras": lo somos todos (unos por acción directa y otros por inacción). Y por cierto, cambiando el guión, acabo de escuchar a un representante del pueblo español, diputado y profesor universitario de no sé bien qué, dando lecciones de "urbanidad" desde su escaño con un lengüaje tan soez y "ejemplarizante" como "me la refanfinfla", "me la suda", "me la pela", "me la bufa"...etc, etc, etc. Ordinariez la suya, que le debe parecer rentable al personaje. Pero este es el nivel, amigos. En fin, no me digan que el panorama a la vista no es aterrador (por hortera). No me digan que no es como para salir corriendo de la contaminación de amoralidad extrema que se nos viene encima cada día. Yo, ya digo, al "Pico del Lobo".