Riaza Los Gayumbos desde 1990

El domingo 2 de abril el Círculo Taurino "Amigos de la Dinastía Bienvenida" hizo entrega a Dª Esther Hernánz Romero de su XIII Premio a los Valores Humanos a la memoria de su hijo Víctor Barrio. El salón de actos (el Aula Bienvenida, junto al tendido 1) de la plaza de toros de Las Ventas se abarrotó de familiares, amigos y aficionados a la Fiesta Nacional. El acto fue muy emotivo y los breves, pero muy sólidos discursos de cuantos intervinieron desde la mesa presidencial (Juan Lamarca, Eva Peña, Javier Hurtado, Andrés Amorós y Miguel Mejías Bienvenida) estuvieron a la altura de los homenajeados (Madre y Torero). Sin embargo, fueron las palabras emocionadas, tristes, alegres y orgullosas, que pronunció la mamá de Víctor al final de dicho acto las que conmocionaron al auditorio de tal manera, que los allí prentes salimos del coso venteño comentando las frases que con tanta hondura y humildad pronunció la galardonada en agradecimiento al jurado que tuvo a bien destacar los valores que adornan a Esther, la Madre con mayúsculas, de nuestro inolvidable torerazo del nordeste segoviano.

Conocí a

Víctor Barrio

muy bien. Sé de las virtudes que como persona le adornaban. Siempre con la humildad como bandera; era muy auténtico, solidario, leal, fiel, bondadoso, agradecido, responsable, alegre, jovial. Su familia lo fue todo para él: sus padres, Joaquín y Esther, y su hermana Ruth; desde hace unos años, también su novia y luego esposa Raquel que, como dijo Esther, es su agenda personal, su extensión hacia su hijo y quien la pone en contacto con Víctor todos los días, igual que Ruth. Ellas son sus vasos comunicantes con el torero. Y también su madre, la abuela materna de Víctor. Dijo Esther muchas otras cosas, todas muy importantes. Vean y lean si no, a continuación, alguno de los fragmentos de su admirable e inolvidable alocución..."Mi hijo tenía un sueño y no era otro que el de dignificar su profesión. Y en eso consiste mi único lujo: en ayudar a que el sueño de mi hijo jamás muera. Mi meta es estar a la altura de mi hijo; porque no se le olvide a nadie: ¡Respeto, Valor y Tesón son sinónimos de Víctor Barrio! También, si me lo permiten, me gustaría dedicar este premio a todas las mujeres que tienen familia con oficios de alto riesgo, Pero en especial ¡cómo no! a las del mundo del toro". Ni que decir tiene que el vibrante discurso de Esther fue interrumpido en numerosas ocasiones por los fervorosos aplausos del público puesto en pie que llenaba a rebosar la Sala Bienvenida. Víctor puede estar muy orgulloso de su madre, de toda su familia. Ella había estado de "Puerta Grande", la misma que Víctor estuvo a punto de cruzar en un par de ocasiones y que habría de llegar más pronto que tarde de forma inexorable si él estuviese todavía entre nosotros. Muchos fueron los paisanos segovianos de

Sepúlveda

, Grajera o

Riaza

que nos emocionamos ante tanta entereza y valor como la que mostró Esther.

Como muy bien recordó Esther,

Víctor Barrio

tenía como principal objetivo la dignificación de la auténtica Tauromaquia. Tenía obsesión porque se respetara a todo aquel que se vestía de luces. Él quería, más que defender, enseñar, mostrar los valores de la profesión más difícil del mundo, la más auténtica, la más de verdad, a todos. Por ello, todas las actuaciones de

Víctor Barrio

estaban encaminadas a dar lo mejor de sí mismo desde una base de enorme valor y arte clásico, siempre muy puro. Hace poco me comentó un amigo y aficionado de Madrid, que él, personalmente, no había seguido a fondo la carrera de Víctor. Le facilité "mi hemeroteca" sobre el torerazo de Grajera y también direcciones de internet donde encontrar algunas de las gloriosas tardes de nuestro paisano. Así lo hizo, y más recientemente me llamó para decirme que había quedado impresionado al contemplar algunas de las faenas e Víctor. Así les ha ocurrido a otros muchos aficionados a los toros: han descubierto la grandeza del toreo de Víctor, su enorme personalidad, después del trágico suceso ocurrido aquel sábado de julio en Teruel. Otros muchos fuimos más afortunados y disfrutamos de su majestuosa torería y amistad desde el primer momento.

Y quiero decir algo más con la rotundidad necesario: no es cierto que la muerte trágica de un torero en la plaza de toros signifique, sea sinónimo o tenga algo que ver con la grandeza de nuestra Fiesta Brava como he oído dicen algunos y como he leído a otros. No, ni mucho menos. La muerte en el ruedo de cualquier torero es siempre accidental y la tragedia es la del propio torero, la de su familia, la de sus amigos, compañeros y aficionados. La Grandeza de la Fiesta es otra cosa. Es, por ejemplo, la trayectoria inmaculada de un pedazo de torero como lo fue Víctor Barrio. La grandeza está en sus tardes de gloria (casi todas) por las plaza de toros españolas. La grandeza del toreo consiste en ése darse al público en todas las plazas como hacía Víctor con su estética y ética profesional, con su pundonor y con su arte singular. La grandeza de Víctor fue vivir en torero las 24 horas del día con pasmosa naturalidad. ¡Esa es la Grandeza de la Fiesta! ¡Y nada más!

Hoy hacía un día de sol radiante y cielo sin mota de polvo, vacio de nubes y teñido del color de océano. Resulta enorme el cielo de

Riaza

: ni siquiera las montañas que conforman la Sierra de

Ayllón

alcanzan a empequeñecerlo. La Semana Santa ya concluyó en toda España, en nuestra región, en nuestros pueblos. Quiero ir terminando no sin antes advertir a los pobladores de la histórica Villa de

Sepúlveda

que tienen un "tesoro" que quizá no hayan descubierto del todo: doña Esther Hernánz Romero. Y me gustaría brindar con todos ustedes por ELLA, por "la Madre que parió a Víctor Barrio". Me pongo a sus pies SEÑORA.