Presidente del Colegio de Veterinarios de
Segovia
JAVIER SEGOVIA
El amor a la profesión en este caso viene de la mano de otros seres, los animales. “Es un sector de gran vocación, con un valor intrínseco”, explica desde el Colegio Oficial de Veterinarios su presidente, José Miguel Gil Sanz, que lleva seis años al frente de sus 400 colegiados.
El Colegio está formado por una Junta de Gobierno que se elige cada cuatro años, y desde ella desarrollan la profesión veterinaria, salvaguardando la ética de los profesionales y procurando que dentro del sector se tenga un trabajo digno “a pesar de la crisis en la que estamos inmersos”, indica Gil.
Los veterinarios están divididos en muchos sectores, hay funcionarios, profesionales que se dedican a la clínica libre, los que trabajan en la Asociación de la Defensa Sanitaria, personas que regentan o desarrollan su profesión en las clínicas de pequeños animales y en empresas privadas, como fábricas de piensos, laboratorios o el mundo taurino.
“Somos una profesión dedicada a todo el mundo. Para mí después de los médicos somos, a nivel social, la segunda profesión más importante y que más influencia tenemos en la sociedad”, añade Gil.
Al estar inmersos en casi todos los sectores sociales, la crisis económica es uno de los principales problemas de la profesión. Les afecta en varios sentidos, desde los funcionarios con reducción de sueldos y pagas, pasando por las clínicas veterinarias, “ya que con la crisis los propietarios de animales de compañía no hacen las consultas que deberían hacer”, explica Gil.
Antes la gente se gastaba más porque tenían un poder adquisitivo más alto y ahora se limitan a lo imprescindible, añade el presidente de los veterinarios. “Hay personas que sacrifican a los animales antes que pagar un dinero para realizar una operación o llevar un tratamiento con el animal. Aunque no todo el mundo es así, hay gente que quiere más a su animal de compañía que a algún miembro de su propia familia”, aclara Gil.
A nivel de animales de producción, la situación también es extrema. “Los piensos están muy elevados, el mundo rural ha bajado mucho y por eso hay muchas explotaciones que no son rentables y que están cerrando, algo que nos afecta de lleno”, indica. Sin embargo, en el mundo de la alimentación humana, se mantiene el trabajo, porque el control de los alimentos es de una “obligatoriedad necesaria”.
Otro de los sectores afectados es el de los profesionales que se dedican al mundo taurino. Bajan los espectáculos y esto también repercute a los veterinarios. “Somos 130 profesionales dedicados a trabajar en espectáculos taurinos en la provincia de
Segovia
y cada vez hay más para menos festejos”, aclara Gil.
Una de las preocupaciones del Colegio de Veterinarios es el futuro de los jóvenes que salen de las facultades de veterinaria, “ahora mismo no hay trabajo real en el sector”, afirma.
Como solución, José Miguel Gil propone una vuelta al mundo rural. “España es un país del sector primario, hay que producir agricultura, ganadería y exportar nuestros productos al resto del mundo; y ahora más, cuando por ejemplo los rusos y los chinos están ávidos de comprar estos productos para la alimentación. Hay que aprovecharlo. El sector primario, en mi opinión, es el futuro.
Las preocupaciones y trabajo del Colegio se tratan en seminarios, como el uso racional de los medicamentos en veterinaria. “Nos preocupamos por limitar el consumo en antibióticos en la alimentación animal para que no haya reacciones adversas en los humanos”, explica Gil.
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