Riaza Los Gayumbos desde 1990

Lunes quince de septiembre de 2014. En la bellísima e incomparable Nueva Plaza de Toros de la no menos ilustre Villa de

Riaza

da comienzo su acreditada Feria Taurina. Se lidian añojos, casi erales, de la ganadería de Antonio Martín Prieto para los becerristas Jesús Martínez, José Aguilera, Carlos Ochoa, Santiago Muñoz, Rodrigo Almarcha y Daniel Menes. A los aspirantes de la escuela taurina de Madrid "Marcial Lalanda" (Martínez, Ochoa y Menes) les acompaña su profesor José Luis Bote, el que fuera gran matador de toros madrileño. En el callejón, junto al burladero de toreros, emerge la figura espigada y torera de nuestro paisano

Víctor Barrio

para estar al lado de sus grandes amigos Carlitos y Dani (sus "hermanos pequeños"). La tarde resulta triunfal para los jóvenes aspirantes, destacando el toreo sobrio y clásico de Menes y la entrega entusiasta de Ochoa. Finalizada la becerrada comparto cena y tertulia con Barrio, Bote, Ochoa, Menes y José María, propietario del restaurante "El Rasero" en Riaza. Ochoa, que ha sido la gran sensación de la tarde, está contrariado por su fallo a espadas que le impidió el corte de los máximos trofeos. Nadie de los allí presentes le podemos consolar. Se le ve, se le nota la raza de gran torero que atesora. No ha cumplido aún los 17 añitos.

Carlos Ochoa, aunque madrileño, está considerado a día de hoy por los aficionados a los toros segovianos, riazanos, sepulvedanos y ayllonenses como un torero del nordeste segoviano. En ello tuvo mucho que ver, sin duda, su compadre, padrino y referente principal

Víctor Barrio

, con quien compartió muchas horas de entrenamientos, viajes, tentaderos. Los tres (Víctor, Ochoa y Menes) convivieron durante años, y disfrutaron como propios de los éxitos de cada uno de ellos como si del propio se tratase. Aún se me pone la piel de gallina al recordar las imágenes y documentos gráficos de

Víctor Barrio

izando a hombros a Carlos cuando éste se proclamó en la Monumental madrileña vencedor del certamen taurino de la Comunidad de Madrid "Camino hacia Las Ventas 2015". Ochoa, igual que Menes (ganador de la segunda edición), fue un habitual participante en los bolsines taurinos organizados por Purita Linares y su hija Vanessa en memoria de Santos Santos "El Serranillo" en su finca del "Aldíñigo" próxima a

Riaza

en las que también tuvo mucha presencia el magisterio de

Víctor Barrio

ejerciendo como director artístico.

El pedigrí de Ochoa, por tanto, no puede ser mejor. Su variado toreo con el capote, sobre todo, nos retrotrae al aroma que desprendía la expresión artística del maestro de Grajera. Esa misma temporada de 2015 a la que antes me referí, en septiembre, Carlos estuvo "cumbre" con un difícil y encastado "santacoloma" de Rehuelga al que desorejó en la plaza de toros de Ayllón. Luego llegaría el horrible año de 2016 con el suceso que conmocionó a todo el mundo taurino: la tragedia de Teruel el 9 de julio. Víctor nos dejó huérfanos de su amistad, de su bondad, de su arte supremo. Fue tremendo. Lo sigue siendo. La novillada que se celebró el 15 de septiembre en

Riaza

en su homenaje constituyó todo un acontecimiento de hondo pesar. Los novilleros, sus fieles y leales Menes y Ochoa (que salieron en hombros por la Puerta Grande), además de Alejandro Fermín, lo dieron todo por su amigo, por su "hermano" Víctor, con unas reses de mucha calidad de Baltasar Ibán.

La temporada de 2017 ha sido la de la confirmación como novillero con caballos de Carlos Ochoa, siempre de la mano de Rafael de Julia (¡qué gran tarde de Rafael con Puerta Grande en San Isidro de 2001 con toros de Carriquiri, y mejor aún en 2006 en nuestra plaza de

Riaza

con las "fieras" de Escolar!). Mejor apoderado y consejero que el de Torrejón, imposible. El último tramo de la campaña del joven novillero ha sido espectacular: triunfos apoteósicos en Villaseca de la Sagra (con "ibanes") y en Arganda, donde indultó un gran novillo de Fernando Peña. Anteriormente, en

Sepúlveda

, en el primer memorial

Víctor Barrio

celebrado el pasado 23 de septiembre, bordó el toreo con un novillote del Puerto de San Lorenzo muy encastado y bravo. De nuevo en

Riaza

, el 14 de septiembre, otra tarde de puerta grande con los de Baltasar Ibán. Y, por fin, su debut en Las Ventas el día 27 como novillero con caballos, con un cartel de lujo: novillos de El Ventorrillo para lidiar al lado del venezolano Colombo y el mexicano Valadez. La preciosa novillada, muy bien presentada, careció de poder, de motor, y Ochoa estuvo muy digno, en novillero, y por encima de sus oponentes, dejando abiertas las puertas del ruedo venteño para una próxima vuelta inmediata. La temporada la ha ido concluyendo con una excelente actuación en Arnedo que le dejó al borde de conquistar el tan preciado "Zapato de Oro". En total han sido 18 los festejos en los que ha intervenido Carlos Ochoa. Décimo puesto del escalafón en cuanto se refiere a novilladas toreadas, pero, para mí, entre los tres mejores de dicha clasificación. Mi "cartel de oro" de la temporada que ha concluido es: Jesús Enrique Colombo, Ángel Sánchez y Carlos Ochoa. ¿Y los novillos? Pues de "Montealto" (Agustín Montes) o de Baltasar Ibán. No está nada mal, ¿eh?

Carlos Ochoa ya ha dejado de ser una promesa emergente. Es ya una realidad. La próxima temporada puede ser, a poco que la suerte le acompañe, la de su consagración como figura destacada entre los novilleros y puede aspirar al número uno del escalafón que ahora deja vacante Colombo al tomar la alternativa. Pero eso, que también, no es lo más importante. El objetivo es seguir creciendo como torero. La técnica se puede aprender siempre. La da el oficio, aunque Carlos la conoce perfectamente. El fuerte de su tauromaquia radica en la inspiración, en su buen gusto. En eso que los aficionados entendemos por tener "chispa" para atraer la atención de los públicos de las plazas de toros. Una cualidad que no está al alcance de todos, sino de los elegidos. Su toreo es puro y noble sentimiento que emana, sin duda, de una vocación, afición y amor por la Fiesta desmedida. De ahí la entrega y pundonor con que se entrega en todas las plazas. El temple es otro de sus más destacados atributos. Para torear el temple es imprescindible. Carlos Ochoa lo tiene. Templa el toreo hasta el infinito buscando la armonía con el toro tanto con el capote como con la muleta. Ochoa torea a son, a compás, como si lo hiciese a ritmo musical. Y eso es temple y torear de verdad. Lo hace siempre. Su toreo al natural es de muchos quilates. Hondo, largo y profundo. Ha de mejorar en el manejo de los aceros. La espada, la suerte suprema bien ejecutada ha de ser su objetivo principal para la temporada venidera. La tizona todo lo mejora o lo emborrona.

En definitiva, queridos aficionados y/o lectores de

Los Gayumbos

: Carlos Ochoa es un torero a seguir, a no perder de vista por el aficionado fetén. Verán como pronto dará mucho que hablar y escribir. No hay muchos toreros como él. Tiene en sus manos todos los ases del toreo para triunfar. Tiene la "moneda" para cambiar. Y es como de la casa.