Riaza Los Gayumbos desde 1990

En junio próximo se cumplirán cinco años del debut como novillero con caballos de

Víctor Barrio

en la madrileña plaza de toros de Las Ventas. La novillada (prácticamente una corrida de toros) de Flor de Jara puso en órbita al joven paisano de Grajera, que, a partir de ése instante, se convirtió en la "figura" del escalafón de novilleros. Su faena a "Rompecapa", aquel novillo-toro cárdeno y astifino, quedó en la memoria de los aficionados "cabales" de Madrid. A punto estuvo de abrir la puerta grande de la primera plaza de toros del mundo. Ahora, pasado casi un lustro, y ya doctorado desde 2012 como matador de toros, ha vuelto a reverdecer laureles con su lidia al toro sexto, "Ilusionado", de la ganadería de Escribano Martín. Vamos a ello.

El temple y el valor en el toreo de

Víctor Barrio

son sus señas de identidad. Un valor, sin duda, adquirido a través de una profunda mentalización para poder lograr sus objetivos ante la cara del toro. Un valor que es la base de su "arma" más poderosa y principal: el temple, la esencia del buen toreo.

Cuando Víctor coge los trastos para iniciar su faena de muleta, nadie "da un duro" por el morlaco. Tras el tercio de banderillas, el sexto de la tarde permanece quieto. El torero también. No hay probaturas. Víctor alarga la muleta. La mueve. El toro sacude su melancolía. Embiste. La mano del torero va pulsando la embestida, la va templando, la va midiendo. No se la quita de la cara. El torero del nordeste segoviano gira su cuerpo al compás de los movimientos del toro, que parece hechizado, sumiso a lo que le ordena un trozo de franela roja. Hay belleza, estética, majestad. Cuatro tandas por la derecha ligadas al "obligado de pecho" estremecen las piedras del tendido, que no se ponen en pie porque no pueden. Se había producido el milagro: el torero se puso de acuerdo con el movimiento que le ofrecía "Ilusionado", el negro bragado de 596 kilos de Escribano Martín, segundo de su lote. Templando el instinto con el instinto. Temple en el brazo y en la muleta que llevó al toro en series por la derecha, en redondo y por abajo, impecables de ejecución y belleza. Barrio no busca la embestida del toro adelantando el engaño en exceso, le basta con un sutil toque, e impávido le espera en el sitio. Con aguante. Poniendo se espigada figura donde otros ponen la muleta. La lentitud de la res dominada por el temple que imprimía el torero a cada pase que daba. Los pases por el pitón derecho e izquierdo, y los de pecho, compusieron una bella y rotunda faena, toda ella muy ligada. No hubo ni un solo roce con el trapo rojo de la muleta de Víctor. Algo que solo se consigue con el toreo muy templado. Todos los toros, por mansos que sean (y el que le tocó en suerte a Víctor lo era y mucho) ponen un empuje, una fuerza inicial en el arranque. Aunque solo sea por instinto, por defenderse, por quitarse de encima el trapo con que le hostigan, todos los toros embisten algo. Lo difícil es aprovechar "ese algo", esa pequeña cantidad de esfuerzo para dar el pase, y eso es lo que hizo el torero grajerano. Todo el toreo de Víctor a "Ilusionado" estuvo tejido con temple. Mucho temple en la mano y mucho temple en el ánimo. No es que

Víctor Barrio

haya inventado el temple, ni mucho menos. Sencillamente es que lo practicó de manera tan visible, que hizo pasar al toro por donde él quería. Algo que está al alcance de muy pocos toreros.

El público de Las Ventas se le entregó rápido. Quizá, por la suerte de presenciar la labor del torero segoviano a escasos tres o cuatro metros de distancia (la que va del burladero del "9" a los terrenos que pisó el torero) no se me escaparon ninguno de los matices de la misma: la inteligencia del guión intuitivo de la faena, la tranquilidad y pasmosa quietud, la pureza del toreo sin trampa ni cartón. Tampoco se les escaparon a los aficionados de Madrid. No cayó la oreja porque Víctor tuvo que descabellar dos veces, pero la vuelta al ruedo tuvo su peso en oro. La faena fue para paladares exigentes, como es el público de Madrid. Y tuvo mucha importancia.

Todas los crónicas de los mejores críticos taurinos han sido unánimes, sin excepción alguna, en el elogio a

Víctor Barrio

como no podía ser otra manera. Todos los medios escritos y digitales...ABC, El País, El Mundo, La Razón, Norte de Castilla, El Adelantado de

Segovia

, 6Toros6, Aplausos, Mundotoro, Burladero, el programa radiofónico de Los Toros de la Ser...etc, etc. Repito: todos, absolutamente todos.

Habrá que esperar al 24 de mayo. La Feria de San Isidro aguarda. Es día electoral. Ojalá que la afición de Madrid "elija" al candidato

Víctor Barrio

entre sus preferidos tras una tarde triunfal. Que así sea.