Riaza Los Gayumbos desde 1990

¡Eureka! Buenas noticias.

Segovia

acogió el pasado domingo día 28 en su bicentenario e histórico coso taurino una corrida de toros por la que venían suspirando los aficionados segovianos desde hacía tiempo. Parece que el acuerdo de la propiedad de la plaza de toros con la empresa Tauroemoción, que dirige el joven empresario Alberto García, hizo posible el milagro de devolver a

Segovia

la tradición y el hecho cultural que significa la Tauromaquia y del que durante tantísimos años nuestra capital provincial fue referencia reconocida; porque

Segovia

es taurina, claro que sí. Como también lo son la gran mayoría de los municipios que conforman nuestra provincia. Hay, por tanto, que felicitarse por el acontecimiento del domingo, víspera del día de San Pedro y San Pablo. Según parece el ayuntamiento segoviano no prestó mucha colaboración para la celebración del mencionado festejo. Pero al menos no pusieron excesivas trabas para que se lleváse a término, lo que no es poco si tenemos en cuenta su inflexibilidad en años anteriores. Los toros, al fin y al cabo, son un patrimonio cultural que le pertenece al pueblo. La fiesta más culta del mundo, como dejó escrito Federico García Lorca.

Los segovianos tienen en estos días la oportunidad de visitar la exposición que acaba de inaugurar la Junta en el Palacio de Quintanar compuesta por más de 100 fotografías que estaban depositadas por sus autores en la Filmoteca de Castilla y León. Un recorrido por el siglo XX del "hecho taurino" en nuestra provincia que merece la pena ser vista con detenimiento. Y es que la Plaza de Toros de

Segovia

(y tantas otras de nuestro territorio) tiene mucha historia y ha sido testigo de festejos inolvidables en los que alternaron las grandes figuras del toreo de cada época o momento determinado. Como lo fueron el genial artista sepulvedano Victoriano de la Serna o el extraordinario maestro de La Velilla Andrés Hernando. En días de toros, los aficionados segovianos y los numerosos visitantes madrileños que acudían a la ciudad del Acueducto con la intención de presenciar las corridas programada la daban un colorido especial. Los mesones, asadores y restaurantes colgaban su muy taurino cartel de completo ("no hay billetes") en sus comedores. La animación y el bullicio en la Plaza del Azoguejo, en las terrazas de la Plaza Mayor o en ése ir y venir por la Calle Real, eran muy notables en los días de Feria. Algo similar sucedió el domingo.

En

Segovia

y su provincia hay muchos y muy buenos aficionados taurinos. Y muchas "peñas" taurinas oficialmente catalogadas. Cada año se celebran alrededor de cincuenta o sesenta festejos en localidades como Aguilafuente,

Ayllón

, Cantalejo, Carbonero el Mayor, Cuéllar, El Espinar, Fuentepelayo, La Granja de San Ildefonso, Navas de la Asunción, Navas de Oro, Prádena, Pedraza,

Riaza

, Santa María la Real de Nieva, Santiuste de San Juan Bautista,

Sepúlveda

, Turégano, Valsaín, Villacastín, y algunas otras. Los de más solera (todo hay que decirlo) son los de

Riaza

, Cantalejo y Cuéllar. Faltaba

Segovia

capital, y bueno es que haya recuperedo ahora su tradición secular. Nunca es demasiado tarde. Hay, pues, que felicitarse por ello y desear que sea el comienzo de una continuidad que nunca hubo razón para interrumpir.

Segovia se lo merecía, porque

Segovia

, insisto, es taurina. Además de los numerosos espectáculos taurinos a los que me he referido anteriormente, son famosos en nuestra provincia y en el resto de España sus encierros tradicionales, bien sean los que denominamos camperos o bien los urbanos que transcurren por las calles de sus pueblos. Los más populares son también los de

Riaza

y Cuéllar, aunque son muchas las localidades que gozan de larga tradición. Sin embargo, y permítanme que se me vean los colores, he de decir que como "los toros andando de Riaza" de mediados del siglo pasado no he conocido nada igual. Las reses, "andando" al ritmo que marcaban los caballistas (con Julio "el pregonero" siempre al mando) tardaban en llegar a nuestra villa

riazana

varios días. Lo hacían desde las ganaderías más próximas (la de don José Guzmán en Cabanillas de la Sierra la mayoría de las veces). Las reses discurrían por las estribaciones de nuestra cordillera Carpetovetónica, atravesando las laderas altas de la sierra de Somosierra y el Macizo de

Ayllón

, para a continuación bajar por El Raso hasta la altiplanicie de El Cubillito (al lado de la actual estación de esquí de

La Pinilla

) y continuar, ya sin más paradas, por el camino antiguo de la estación de ferrocarril hasta desembocar en el "prao" de Puente Nuevo junto al río Riaza. Eran dos días, vísperas de la romería a la ermita de

Hontanares

, que los riazanos disfrutaban en toda su plenitud con una alegría desbordante y una pureza en las costumbres que arraigaron para siempre en las generaciones posteriores de todos los pobladores de nuestra villa alpina. ¡Qué hermosos recuerdos!

Pero prosigamos con lo que nos ocupa (la corrida de toros del domingo) después de la evocación nostálgica y sentimental de aquellos maravillosos años de nuestra niñez, tan lejana como próxima...La empresa Tauroemoción confeccionó un cartel muy atractivo para este reencuentro de

Segovia

con el arte de Cúchares. Estuvo compuesto por tres toreros que habían dejado muy buenas sensaciones en el inicio de la temporada actual: el madrileño Miguel Abellán que tan buen sabor de boca ha dejado en Las Ventas, el granadino El Fandi, actual número uno del escalafón de matadores de toros por festejos toreados y orejas cortadas, y nuestro paisano

Víctor Barrio

que firmó un espectacular final en la campaña anterior y que inició la presente con el aldabonazo que pegó en Valdemorillo y que confirmó después el Domingo de Resurreción en Las Ventas en una gran tarde y después en la feria madrileña de San isidro. El resultado del festejo concluyó con la salida a hombros por la puerta grande de los tres diestros. Abellán estuvo en Abellán, El Fandi más en "Fandi" que nunca y

Víctor Barrio

en el mejor Barrio de siempre, el que estamos acostumbrados a ver. Los toros de nuestro vecino, el Marqués de Quintanar, se prestaron al lucimiento del espectáculo y, aunque flojos en general y con el trapío muy justito, derrocharon calidad y enorme nobleza.

En definitiva, una tarde de toros muy entretenida para el numeroso público asistente a la corrida y que a todos satisfizo. Fueron muy numerosos los aficionados riazanos que se acercaron hasta la capital castellana...y es que, como decimos por aquí: "el que va lo ve". Y mereció la pena.