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¡Acabáramos! Éramos pocos y parió la abuela... ¿También

Segovia

, que además de Tierra de Sabor es Tierra de Toros, se ha de plantear la desaparición de las corridas de toros en su territorio, capital incluída? ¡Vaya por Dios! Como sucede de forma cíclica todos los años, los antitaurinos, que no los no partidarios de la Tauromaquia (estos son otra cosa bien distinta), afilan sus argumentario para atacar a la fiesta de los toros.

Lejos de mí queda la intención de participar en un debate que considero inútil, pero como quiera que en los últimos días los señores Gil Muñoz y Madrigal, con todo el derecho que la libertad de expresión les ofrece, nos han dejado sus opiniones, a ratos divergentes, a ratos coincidentes, sobre la conveniencia de que los segovianos sean consultados a través de referéndum (la propuesta la hace Jonathan Gil Muñoz) para decidir si toros sí o toros no en

Segovia

, me veo "empujado" a salir a la palestra de nuestro ruedo ibérico con la única intención de tratar de convencer con argumentos, pero en ningún caso tratando de imponerlos.

Vaya por delante que respeto enormemente las opiniones expresadas por Gil Muñoz y Antonio Madrigal. Decirle al primero que trate de entender mi posición en el asunto de que se trata, y al segundo desearle que recupere pronto su afición taurina perdida con el paso de los años según nos cuenta. Tener afición a "algo" nos hace ser "algo" en ese "algo", como decía el periodista y escritor madrileño don César González Ruano.

Vamos a ver, queridos amigos... la tauromaquia tiene un impacto económico de más de 2.000 millones de euros al año, una cifra superior al presupuesto de gasto de seis ministerios. Por cada euro gastado en una entrada se generan otros 1,8 euros adicionales de ganancia para la economía local (hoteles, bares, museos). Y los festejos populares son una mina. Véase, por ejemplo, los Sanfermines. Los festejos taurinos mayores generaron como mínimo 30 millones de euros en concepto de IVA en 2014, sólo en las plazas de primera y segunda categoría. Las de tercera, que son mayoría, aumentan notablemente esta cifra. Sólo por el IVA de la Feria de San Isidro las arcas públicas ingresaron 7 millones de euros.

En la temporada pasada (2014) se celebraron en las plazas de toros de España 1.868 festejos, un 0,5 por ciento más que en 2013, según los datos estadísticos del ministerio de Cultura. También las novilladas con picadores, fundamentales para el futuro de los toros, se incrementaron en un 4 por ciento. El número de encierros y demás festejos celebrados en las calles del país se disparó en 2014 en un 14,7 %, pasando de 13.815 a 15.844. Un "boom" de 2.000 festejos más en un sólo año. El mundo del toro, por otra parte, creó empleo el pasado año, en concreto un 3,7 % más que en 2013, lo que confirma la tendencia creciente observada en los últimos años. El impacto económico de una corrida con lleno de "no hay billetes" en Madrid es de 2 millones de euros, tomando como base los indicadores de gasto medio del INE. Lo que se recauda en taquilla se multiplica por 3,3 en turismo y hostelería. En España hay 1.094 ganaderías de lidia. En Andalucía existen 298. Le sigue Castilla y León con 247. Entre las dos autonomías suman casi el 50 % del total. Hay en nuestro país 52 escuelas taurinas inscritas en el registro del Ministerio de Cultura, nueve más que en 2013. Andalucía cuenta con el 50 % de los centros de formación de toreros, seguida por Castilla-La Mancha con el 17,3 %.

El toro de lidia ocupa 540.000 hectáreas de gran valor ecológico según las asociaciones ganaderas, y es el garante de esas dehesas, ya que necesita de una extensificación media de dos hectáreas por cada res. El campo del toro es la dehesa agrícola, forestal, ganadera y cinegética. Una biodiversidad valorada por encima de los 2.000 millones de euros. Números verdes. Los datos son abrumadores, muy sólidos. Por la economía y la ecología se explica la moderna Fiesta de los Toros por encima de la cultura y la tradición histórica, que también. La contribución del toreo a las arcas públicas, gravada con un 21 % como toda cultura, es superior a la del cine y teatro.

Y no me extiendo más por no abrumarles con otras estadísticas menores de nuestra Fiesta Española por antonomasia que, por otra parte, están al alcance de cualquier interesado. Sé bien, porque así lo dejan explicito los antitaurinos a la menor ocasión, que el clavo ardiendo de sus protestas, de su ajuste de cuentas con las corridas de toros, está basado en el supuesto mal trato que recibe el animal durante su lidia. A nadie escapa, porque esgrimir lo contrario sería hipócrita (como bien señala Madrigal), que el toro sufre en el último tercio del festejo (la suerte de matar), pero he de decir que la lidia no puede concluir de otra manera que no sea con la muerte del toro en el ruedo. Es la médula del ritual de la corrida. Ninguna otra salida tendría sentido. Créanme que lo que más desea el torero es pasar el trámite lo más rápidamente posible acertando con la espada a la primera. También el aficionado. Y no solo porque el acierto con la tizona pueda proporcionar un éxito encarrilado, sino porque el trance de la res ante la muerte sea lo más breve posible y no haya lugar al descabello o la puntilla.

Dicho lo anterior, sería muy largo enumerar la larga lista de agravios comparativos. Pero no me resisto a recordarle al señor Gil el triste destino de seres vivos como lechazos o lechones que llegan por miles a la mesa de los comensales todos los días cuando apenas han comenzado a vivir. O qué decir de esos centenares de buitres leonados que pueblan nuestro territorio en aras a la conservación de unas rapaces carroñeras, a costa de aniquilar todas las especies vivas de su entorno. A eso lo llamó yo "ecología depredadora". Entendería mejor la protección de nuestra perdiz roja silvestre, tan bella como escasa en nuestro territorio, además de pacífica con su entorno "faunístico". En fin, hay miles de ejemplos más que nos harían sonrojar a todos los humanos. Pero no sigo por ahí.

Lo que me gustaría es que Jonathan Gil Muñoz se acercase a una plaza de toros segoviana o madrileña, pongo por caso, e intentara sustraerse de sus condicionantes equívocos intentando encontrar los matices artísticos que el buen toreo y la lidia respetuosa a veces proporcionan. Si no es capaz de conmoverse, de emocionarse lo más mínimo ante una faena como la que hizo, por ejemplo, hace unos días en Pamplona el madrileño Alberto López Simón, habré de aceptar que se trata de un caso perdido de sensibilidad artística. En tal caso, ¡Qué le vamos a hacer! Nadie es perfecto.

Soy muy consciente de que la Fiesta necesita evolucionar. Innovar si es preciso. Lo mismo que cualquier arte o cultura. Sin embargo creo que debe hacerlo manteniendo sus fundamentos. Si ha de desaparecer, como pronostica el señor Madrigal, que lo haga sin perder su dignidad y dentro de más de cien años. Y que lo haga con la misma dignidad que muestran el torero y el toro en la plaza.

Por favor, no coarten nuestra libertad de elegir. De referéndum taurino en

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, "rien du tout", o mejor (como diría un castizo afrancesado), "rien de rien", ¡Nada de nada!