Una nueva media veda, la de 2017, ya está aquí. No hay grandes cambios en las reglamentaciones de las distintas autonomías. En nuestra provincia serán 20 los días hábiles señalados en el calendario para la captura de la codorniz según Resolución del 4 de julio publicada en el BOECYL el pasado día 13 del mismo mes. La veda se abrirá el martes 15 de agosto y concluirá el 17 de septiembre. Las fechas permitidas son, tomen nota los aficionados, las del 15, 17, 19, 20, 22, 24, 26, 27, 29 y 31 de agosto, y las del 2, 3, 5, 7, 9, 10, 12, 14, 16 y 17 de septiembre. Lo más normal será, sin embargo, que al igual que en temporadas precedentes las distintas asociaciones de cazadores reduzcan drásticamente el calendario oficial, además de disminuir los cupos de captura permitidos.
Como ocurre todos los años por estas fechas, se reinicia el debate sobre la situación de tórtolas y codornices, las dos migratorias africanas que tradicionalmente dan sentido a la media veda. Hablar de la caza de codornices y tórtolas nos lleva inconscientemente a la reflexión y, casi por inercia, a la polémica. Los cazadores llevamos ya muchos años, décadas, preocupándonos por la situación de la tórtola y la codorniz, que parece muy grave en los dos casos. Preocupación por la situación poblacional de ambas especies (las dos disminuyen un poco más cada año que pasa) y por la excesiva presión cinegética que soportan en un ecosistema que les es cada vez más hostil.
Llevo más de 50 años detrás de la "africana" desde aquel lejano agosto de 1963 en que abatí mi primera codorniz en la villa alpina de
Riaza
. Desde entonces su caza ha pasado por diversos avatares y casi nunca a mejor. Los cereales de ciclo corto, las grandes cosechadoras y las modernas empacadoras realizan la recolección en un tiempo récord, obligando a la codorniz a emigrar a finales de julio en todas direcciones al quedarse sin lugar donde protegerse. La mecanización de las tareas del campo debido a los avances tecnológicos continuos, tan necesarios para aumentar la productividad de los agricultores, no han favorecido a los cazadores. La especie ha descendido más que notablemente también debido a la excesiva presión cinegética a la que la hemos sometido más de un siglo, y ahí, los cazadores también deberíamos entonar el "mea culpa". Se machacaron en demasía los cazaderos y quedaron muy pocas para marchar a África. En el caso de la tórtola, la situación (desoladora) es semejante. Los arbolados (fresnos, álamos, chopos, etcétera) tienden a desaparecer de nuestro paisaje. Escasea la comida y su hábitat desaparece poco a poco.
He cazado la codorniz en las provincias de Burgos, Soria y, principalmente, Segovia. El municipio de
Riaza
, donde la alta montaña entronca sin solución de continuidad con la ancha meseta castellana, ha sido siempre el territorio preferido por mí para dar rienda suelta a ésa pasión indescriptible que significa para cualquier cazador el ejercicio de la práctica cinegética. La caza más que una afición es, como dije anteriormente, una pasión. La afición a la caza absorbe. La caza nos otorga a los cazadores una especie de segunda naturaleza que desborda nuestra voluntad. Los cazadores sé que me entenderán. No pretendo abarcar más espacio social tratando de convencer a todos. No. Solo quiero que entiendan mi argumentario con toda su carga de romanticismo tradicional. Una codorniz que salta en las hierbas o trigales altos en la Nava de Riofrío de
Riaza
me sigue produciendo la misma emoción y pálpito coronario que hace décadas. Lo mismo ocurre si se trata del vuelo en lontanaza de una perdiz avistada desde lo alto de cualquier cerro montañoso de nuestra singular e incomparable Sierra de Ayllón. A los cazadores deberían entendernos mejor, y pienso que lo que debemos hacer con la caza (igual que hace el "Programa VíctorBarrio" con las corridas de toros) es, más que defenderla, "enseñarla". Y lo debemos hacer sin tratar de imponer nuestra opinión, pero si de convencer con nuestros argumentos.
A la caza se llega, en general, por tradición familiar. De padre Cazador me viene a mi esta bendita afición (lo mismo que la de los toros). Fíjense que he escrito cazador con mayúscula en honor a mi progenitor, mi maestro de la vida y de todo como suelo escribir. Mi primer recuerdo de salir al campo con él data del siglo pasado, muy pasado. Aquella tarde de otoño cobró una sola pieza. Una bellísima perdiz roja silvestre (entonces lo eran todas) a la que disparó ya casi fuera del alcance de su escopeta Sarasqueta. Un tiro certero y espectacular, como fueron siempre los suyos. La recogió del suelo con mucho mimo y cariño; acarició su plumaje, se lo colocó, y me la ofreció a mí para que observase con detenimiento su enorme belleza. Ni que decir tiene que quedé impactado por el lance que acababa de contemplar. A continuación, y como quedaba un buen trecho por caminar hasta llegar donde habíamos dejado el coche, abrió su escopeta y me aupó hasta sus hombros (yo tendría no más de siete años). Desde ése día me hice cazador no ejerciente hasta que pasados unos años alcancé la edad que me lo permitió. Y así hasta hoy. Mi padre jamás me presionó para que me aficionase a la caza. Lo que si hizo fue mostrármela en toda su plenitud para que yo decidiera libremente. La naturaleza, el campo, la sierra, las fuentes, los arroyos y...la fauna cinegética. A todo ese conjunto, le aportó siempre mi padre una ética de comportamiento personal tan eficaz como responsable. Naturalmente me hice cazador al instante. Él, mi padre, me enseñó a amar la caza y a respetar el medio ambiente que decimos hoy. Y los tres (mi papá, mi hermano Gregorio y yo) con nuestras extraordinarias mascotas en cada época (Gus (3), Naydick, Pongo, Yako, Charly y Keko) compartimos jornadas inolvidables durante más de 50 años. Hay que reconocer que los cazadores de las últimas décadas y anteriores del pasado siglo han, hemos, sido unos privilegiados, porque ya nada es igual ni lo será en el futuro más próximo. Seamos realistas.
En esta tesitura tan negativa, ahora llega la apertura de la media veda y en octubre la general (mayor y menor). Actualmente tengo depositadas las armas para pasar su revista reglamentaria. El permiso para cada una de ellas caducará el mismo día. La licencia anual sí la tengo en vigor. Tengo tiempo de recuperarlas... No sé, quizás sea el momento de dejarlas donde están, de abandonar la práctica activa de la caza. Sí, puede que sea una buena idea decir "adiós a las armas" y "colgar los trastos" ahora que todavía estoy en plenitud (eso creo); porque al campo voy a salir siempre y mis paseos con o sin escopeta (lo decidiré pronto) por las dehesas, montes y laderas de
Riaza
, Riofrío, Gómez Narro, Cinco Villas, Pajares, Fresno, Castiltierra, Ribota, Valvieja,
Madriguera
o
El Muyo
, van a continuar de la misma manera que hasta hoy . Y espero que sea por mucho tiempo...todavía.
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