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[RIAZA - OPINION]
martes, 28 de noviembre de 2017 15:00
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"Por un puñado de votos"
Fuente de la Noticia:
Peña Los Gayumbos (Riaza)
Por José Luis Cuenca Aladro
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El 12 de septiembre de 1964 tuvo lugar el estreno mundial (a España llegaría un año más tarde) de una película que resultó impactante: "Por un puñado de dólares". Una cinta inolvidable dirigida y guionada por Sergio Leone, interpretada por Clint Eastwood y con una banda sonora excepcional a cargo del compositor y director de orquesta italiano Ennio Morricone; un film que roza en ocasiones el surrealismo puro y duro. Para los jóvenes de mi generación fue todo un hallazgo feliz.
La amoralidad de los personajes enfrentados (las familias de los Rojo y los Baxter) resulta absolutamente escandalosa. Únicamente "Joe", el cazarrecompensas que interpreta Eastwood, tiene un pase. La película sin embargo, por todos sus conceptos técnicos, interpretativos y artísticos que la rodean, fue, es, muy buena, excepcional.
Todo el preámbulo que les acabo de relatar antes de entrar en materia de forma directa, es producto de las reflexiones instantáneas a las que me llevan unas imágenes que está ofreciendo en este mismo instante la televisión. Se trata de una sesión en el Congreso de los Diputados de Madrid. Verán, la cantidad de sandeces, simplezas, mentiras torticeras, insultos y demás lindezas que los señores diputados protagonizan en el hemiciclo de la Carrera de San Jerónimo madrileña
son de "aurora boreal".
Los políticos, en general, en este país al que ni siquiera se atreven a llamar por su nombre (España), no dan la talla. Esta es la realidad y no otra. No tienen nivel. No todos, es cierto, pero casi son mayoría. Como dijo el gran actor Pepe Isbert ("tápate que se te ve el florón") a Alberto Closas en una de las escenas más hilarantes de aquella inolvidable película (otra vez el séptimo arte) que dirigió y estrenó Fernando Palacios en 1962, "La gran Familia", así les podríamos decir también a los dirigentes y portavoces de los partidos políticos con representación parlamentaria en la Cámara Alta. No son de recibo, en general, sus discursos carentes absolutamente de razón y verdad. Sus réplicas y contrarréplicas son causa de vergüenza ajena. Hacen demagogia pura y dura. No dan para más y no cabe esperar gran cosa de ellos. Van a lo suyo. A la inmediatez. A salvar su poltrona, su puesto de trabajo, sus privilegios, su nómina. Al resto, a la ciudadanía, que les dén. Por eso me recuerdan a los personajes de "Por un puñado de dólares". Son iguales, sólo quieren poder para acumular más poder, dólares (euros) para enriquecerse materialmente y votos, muchos votos, para barrer a los contrarios e imponer su pensamiento único sin argumentos consistentes. España les importa un bledo, y el bienestar de los españoles (o lo que seamos que ellos quieran que seamos) mucho menos. No les ocupamos ni un solo minuto de su tiempo. Todo vale... "Por un puñado de votos". Se les "ve el plumero", como decía, en cuanto abren la boca. No tienen remedio, así que mejor apago la caja tonta y me abstraigo con mis pensamientos al tiempo que huyo de la "boina asfixiante" de Madrid y pongo rumbo a la pureza atmosférica de nuestro nordeste segoviano. Ya saben, al Piamonte de los Alpes segovianos: Riaza.
Miren, en toda esta pantomima, paripé o biscotto del mal llamado "procés secesionista catalán" con tocata y fuga de Puigdemont incluida en el menú, vamos a perder todos. Y mucho más de lo que podemos imaginar a fecha de hoy. Si fuéramos mínimamente conscientes de lo que está pasando deberíamos poner en hora el reloj de nuestras vidas. Parar, templar, e intentar empezar de nuevo es lo que prima urgentemente. Hemos de reencontrarnos con nosotros mismos. Con las esencias y valores humanísticos perdidos. Y lo deberíamos hacer todos sin exclusión, empezando por los 350 diputados nacionales y el resto de autonómicos, por toda la clase política. Son ellos cuarentañeros, cincuentañeros y sesentañeros que no deberían pensar en ellos mismos ni un minuto más. Les queda poco en este invento de la vida. Muy poco. Como suele decirse tres telediarios. ¿A qué viene entonces ése desquiciamiento de sus personas por los debates inútiles y falsarios? ¿A qué ése pésimo ejemplo de conducta y convivencia cívica que nos ofrecen a diario? ¿A qué ésa amenazante violencia verbal? ¿Quién o quiénes les educaron tan mal? ¿No se dan cuenta de lo que hacen, o qué? A la política se ha de llegar para servir con sacrificio a los demás, y no a otra cosa. El legado que van a dejar: su civismo completamente desordenado y su ambición sin objetivos, va a ser demoledor para las generaciones venideras. Deténganse, pues, un momento en su desenfrenada vorágine neandhertal y piensen en sus hijos, en sus nietos. En los niños de hoy y hombres de mañana. Tengan piedad de ellos al menos, ya que no la tienen de ustedes mismos, y moderen sus impulsos bestiarios. Hagánlo por ellos y por el futuro de España, porque ustedes no tienen remedio ya. Y van a terminar como los pistoleros de "Por un puñado de dólares": a tiros. Tiros virtuales, sí, pero a tiros al fin y al cabo. ¡Qué país, macho!
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