Riaza Los Gayumbos desde 1990

El cielo azul estándar del amanecer

riazano

se transforma al mediodía en celeste y ya, cercana la noche, su tono se vuelve añil para, llegada la noche completa, convertirse en un azul marino inundado de estrellas. Es el cielo de

Riaza

que siempre ha sorprendido sobremanera a todos quienes nos visitan. La atmósfera es tan limpia en esta región privilegiada del nordeste segoviano, que resulta muy sencillo captar a primera vista (y desde cualquier lugar) las tonalidades cromáticas del "paraguas", algo así como una especie de bóveda inmensa de azul impoluto por el día y llena de estrellas al anochecer, que nos da cobijo a todos los riazanos desde tiempos inmemoriales. El gran poeta chileno Pablo Neruda escribió en 1924 una de sus mejores obras: "Veinte poemas de amor y una canción desesperada". Seguro que recuerdan el que dice así: "Puedo escribir los versos más tristes esta noche// Escribir, por ejemplo, la noche está estrellada , y tiritan, azules, los astros a lo lejos// El viento de la noche gira en el cielo y canta// Puedo escribir los versos más tristes esta noche// Yo la quise, y a veces ella también me quiso// En noches como ésta la tuve entre mis brazos// La besé tantas veces bajo el cielo infinito"//. Si el poeta hubiera llegado a conocer nuestra villa piamontesa y hubiese podido observar la infinidad de nuestro cielo desde nuestra Plaza Mayor, o desde la ermita de San Roque en el parque de El Rasero, o desde "Peñas Llanas" a 1.440 metros de altitud y en compañía de su amada, todavía estaría escribiendo versos de amor y vida.

Es tan distinto

Riaza

a todo lo existente...Tan peculiar, tan singular su belleza. Si

Segovia

es luz de Castilla, como escribió Azorín,

Riaza

es la luz del nordeste segoviano. Orgullo de

Segovia

, de Castilla y de España. Nuestro patrimonio artístico, cultural y natural a todos pertenece. Hoy, en pleno invierno y ya entrado el nuevo año, no hace demasiado frío y el cielo, una vez más, asoma limpio por entre las cumbres más altas de nuestro incomparable sistema montañoso. Era una buena razón para echarse a la calle y pasear. Los árboles están teñídos de hermosísimos tonos. Van abriendo los bares. Tomo un cafelito "cortado" en El Jabalí de Santi (ayer lo hice en el bar

Hontanares

de Goyo y Cristina, otros días en El Fogón de Luis). Le encuentro algo serio. Un poco pálido. No he querido preguntarle si es por culpa de su "Aleti" (ya saben, como le suelen decir los madridistas: ¿qué tal Santi? ¿Qué equipo os ha tocado en cuartos de la Champions?). No hurguemos en la herida. Me despido de Santiago y prosigo en mi caminar.

Riaza

se me va mostrando en todo su esplendor a mi paso hasta que llego a su espléndida Plaza Mayor. Levanto la mirada buscando la silueta de la ermita de la Virgen de

Hontanares

, allá en la media ladera de nuestra sierra serrana, y continuo mi paseo por entre los soportales saludando a cuantos amigos me encuentro hasta llegar a "La Fonda". Allí está Marina (luego llegará Pepe). Me prepara uno de sus cafés especiales acompañado de cuatro bizcochitos de los de toda la vida. Entra Josete en la estancia con los periódicos del día ( El Adelantado, ABC y AS) recién comprados bajo el brazo. Les echo un vistazo rápido porque luego los compraré y leeré con detalle cuando llegue a casa. Estamos en 2018 y el monotema catalán sigue acaparando la atención informativa. Mucha información también sobre el lamentable desenlace que ha supuesto el hallazgo del cuerpo sin vida de la jovencísima Diana Quer en Rianxo tras la confesión de su presunto asesino. ¿Primera víctima del año de la violencia de género? No, no...¡qué violencia machista ni qué ocho cuartos! Más bien, primer crimen del año a cargo de un asesino en serie, de una bestia, de un bárbaro, de un monstruo, de una alimaña feroz...

Parece que el pronóstico del tiempo cambiará en breve. Más frío para el inminente fin de semana, día de Reyes incluido. El verdadero cambio sería que lloviese de una vez. Y mucho, que falta hace. Parece que lo del cambio climático va en serio. Acabo la rutina matinal y regreso a casa despacio, con la prensa en una mano y la bolsa del pan en la otra. Voy levantando la vista a cada paso hacia nuestra inmensa cordillera montañosa que va desde el punto más alto de Somosierra (la Peña Cebollera) hasta el límite de la carretera de

Alquité

en "La Muñeca" con todos sus macizos montañosos alineados en una perfecta formación que hacen de "muralla" natural y que se muestra intacta, tal y como la conocí siempre. Lo que dice mucho en favor del afán y cuidado con que siempre han cuidado los riazanos, y sus autoridades pertinentes en cada época y momento, su entorno natural. Se trata de "nuestros alpes segovianos" que, con sus arroyos y fuentes abundantes de aguas cristalinas y transparentes, hacen del municipio de

Riaza

una especie de gigantesco Spa saludable para todos sus pobladores, visitantes habituales y transeúntes. Por todo ello

Riaza

es el pueblo más sano. Por la calidad de sus aguas, por el aire que se respira, por sus paisajes que más parecen lienzos impresionistas...por sus gentes. Y por muchas cosas más.

La villa de

Riaza

es como el film "LA LA LAND", pero situado en Castilla y no en Los Ángeles. Porque la villa de los sueños por excelencia es Riaza. Sus estrellas no son como las de Los Ángeles (incrustadas en el suelo del Paseo de la Fama). Son estrellas fugaces, deslumbrantes, que pasean por nuestro cielo libres y alegres. A veces tengo la sensación de que tienen vida propia, de que están ahí sonrientes y vigilantes de nosotros alumbrando nuestros caminos y senderos. Puede que, quizás, representen a nuestros antepasados, como me dijo en cierta ocasión uno de nuestros sabios mayores.

Los riazanos estamos asentados sobre un llano a 1.190 m. de altitud. A

Riaza

la declararon Conjunto Histórico Artístico el 12 de noviembre de 1970. Somos un pueblo rodeado de montañas que se hace llanura inmediatamente. Pasear en buena compañía e ir de vinos (que no falte un vermut) por sus tabernas ilustradas es el ejercicio más lúdico y reconfortante que conozco, siempre y cuando no tengamos que coger el coche a continuación. En cuanto termine de escribir este artículo me pongo a ello. Hay que ir haciendo hueco en el estómago para degustar nuestro producto estrella de toda la vida: el inconfundible cordero asado en horno de barro calentado con brezo o rama de roble fina en cualquiera de nuestros magníficos restaurantes, mesones y figones. Un lechazo marcado y etiquetado con la IGP correspondiente a Castilla y León, a Segovia. No falta, naturalmente, en nuestros comedores, el delicioso cochinillo o tostón de nuestra denominación geográfica; las carnes de categoría superior... chuletillas, el chuletón, el entrecot, el solomillo; los huevos, las morcillas, las patatas de nuestra tierra, los tomates, las cebollas, las setas (mal año el pasado por la ausencia de lluvias otoñales); también los pescados y todo tipo de postres caseros...flan, natillas, arroz con leche, etc. ¿Vinos? Los tenemos todos, principalmente riojas, riberas, verdejos. Comprueben cuanto les digo quienes no lo hayan hecho todavía y luego me dirán si tengo o no razón. Se quedarán sorprendidos por la alta calidad de nuestros productos y por el gran nivel de nuestros cocineros/as "cinco estrellas". Y luego está, claro, el factor humano: los riazanos. Tranquilos, reflexivos, alegres, solidarios, amables. Anfitriones hospitalarios de primera categoría, que en todo momento están a la altura de cualesquiera circunstancia. No va a ser 2018 un año fácil, pero les puedo asegurar que aquí, en

Riaza

, la vida transcurre de manera ordenada y positiva. Vengan, pues, a visitarnos en cualquier época del año y sean felices.