Riaza Los Gayumbos desde 1990

Primavera 2024

El tiempo - Tutiempo.net
 Usuarios registrados: 679
Usuario
Contraseña
Visitas: 12.120.960   
Estas en:
  Actualidad
Palabras:   Fecha:   Buscar
<< Volver
[RIAZA - SERVICIOS]
jueves, 26 de abril de 2018 15:00
Visitas: 942
Mi afición taurina
Fuente de la Noticia:  
Peña Los Gayumbos
Por: José Luis Cuenca Aladro
Me Gusta  0  Les Gusta
No me Gusta  0 No les Gusta
Un año más acudo a la llamada de mi buen amigo Pablo Pastor, el decano de los críticos taurinos de Castilla y León, para colaborar en la nueva edición del "Especial Toros" de "El Adelantado" de este año de 2018. Acepto gustoso y honrado su petición al tiempo que reflexiono sobre los temas, ideas o conceptos que más pudieran interesar a los lectores de esta auténtica revista de toros imprescindible en que se ha convertido el anual de Pablo Pastor.

Como quiera que en los últimos meses he recibido alguna correspondencia por parte de lectores de nuestro centenario diario en la que mostraban su interés por mis artículos referidos al arte de Cúchares, quisiera corresponderles, en agradecimiento a todos ellos, con el relato del por qué de mi afición y pasión por nuestra incomparable Fiesta Nacional. El grandísimo escritor y periodista madrileño César González Ruano solía decir que "tener afición a algo significa ser algo en ese algo". Y en esas estamos. Las aficiones, es cierto, las heredamos generalmente de nuestros mayores. En mi caso, dos de mis aficiones principales, la caza (la naturaleza) y los toros me llegaron desde muy niño de la mano de mi padre, a quien, dicho sea de paso, lo mismo que a mi madre, todo les debo.

El entusiasmo y devoción con que vi siempre a mi papá disfrutar de las corridas de toros caló muy pronto en mi interior desde que, siendo muy niño, me llevaba a aquellos "apartaos" inolvidables a las doce en punto de la mañana de los domingos en la madrileña plaza de toros de Las Ventas donde se enchiqueraban (entonces y ahora) las reses previamente sorteadas y "enlotadas" para los diestros encargados de su lidia por la tarde. Había entonces en Madrid novilladas los jueves y domingos. Me contaba él, mi maestro, mi padre, con el cariño y serenidad que siempre le caracterizó, que cuando llegó a Madrid siendo un adolescente, se instaló junto a su hermano y primos en un amplio piso cuya balconada daba justo frente de la antigua plaza de toros de Tetuán de las Victorias, donde presenció muchos festejos taurinos en los que participaron las figuras más destacadas de la época.

Uno de los primeros recuerdos de mi niñez es el de cuando, con apenas 4 años de edad, acudí por primera vez a la Monumental de Las Ventas, en esta ocasión de la mano de mi hermana mayor, Tita, y en compañía de Goyo y Emilio, otros de mis hermanos. Se celebraba la tradicional novillada del Montepío Industrial y de Comercio de Madrid en la que actuaba mi hermano Ángel, de 16 años, al que ni mis padres ni el resto de hermanos y hermanas pudieron disuadir de su empeño en torear.

La mañana era soleada y agradable a pesar de que el día anterior había llovido intensamente en la capital. Da comienzo el festejo. De pronto, como si hubiera surgido del interior de la tierra, ya estaba Ángel allí, en el centro geométrico del ruedo esperando la salida de su novillo de los toriles. Tranquilo, inmóvil y desafiante. Vestido impecablemente con un terno negro y plata, alquilado el día anterior en la sastrería de toreros de don Ángel Linares de la calle Ventura de la Vega. Salta al ruedo el eral, casi utrero, de la ganadería de Fermín Sanz de Colmenar Viejo. Se gira a la derecha, remata en el burladero del tendido 10 e inmediatamente se arranca al galope y con codicia hacia mi hermano, que le había citado con su capote desde el centro del anillo. Al producirse el encuentro, Ángel inicia el lance a pies juntos sin enmendarse lo más mínimo; la res no obedece y se produce el choque brutal, el tremendo impacto. La cogida revestía todos los visos de gravedad. Los banderilleros y asistencias trasladan hasta la enfermería al valeroso novillero a toda velocidad. Transcurridos los primeros minutos de angustia que pasamos todos esperando noticias a las puertas de la enfermería, el cirujano-jefe de la plaza, el ilustrísimo e insigne doctor don Luis Jiménez Guinea, nos tranquiliza un poco cuando nos dice que Ángel Cuenca, mi hermano varón mayor, sufría diversas contusiones y una fuerte conmoción cerebral de la que despertaría en breve, como así sucedió un par de horas más tarde, gracias a Dios.

Después de aquel suceso impactante, acaecido el 7 de junio de 1953, que les acabo de relatar, como es natural en casa no se volvió a hablar de toros durante un tiempo; pero no mucho. Ángel prefirió no preocupar más a la familia y prosiguió con sus estudios y ocupaciones. Más adelante, y dada su desmedida afición, retomó los trastos y, ya como aficionado-práctico, participó en festivales benéficos en los que alternó con diestros de la categoría de Julio Aparicio, Antoñete, Andrés Hernando, Pedrés, Julio Robles, Enrique Ponce, Enrique Marín, Ortega Cano, y otros muchos. Lo hizo en más de 160 ocasiones, lo cual le convirtió en el aficionado práctico más longevo del "escalafón". Nunca pretendió pasar al campo profesional, pero si satisfacer su pasión por torear, algo que aún hoy sigue practicando para "matar el gusanillo" en el campo y en las placitas de tientas de sus amigos ganaderos a la menor ocasión que se le presenta. Un caso el de Ángel verdaderamente singular. Único.

Como es natural, con un padre tan entendido y aficionado, y un hermano como Ángel, tan entendido, aficionado y, además, "torero", todo me vino rodado para el fomento in crescendo de mi amor a los toros. Mis primeras lecturas iniciáticas taurinas en mi adolescencia giraban alrededor de las revistas y diarios taurinos de la época. Me leía todo lo que entraba en casa sobre toros todos los días... la "Hoja del Lunes" que publicaba la Asociación de la Prensa de Madrid con los comentarios de "Selipe", Antonio Díaz Cañabate en "ABC" y en el semanario "El Ruedo", Gonzalo Carvajal en "Ya", "K-Hito" en la revista "Dígame" y un jovencísimo Manolo Molés en la revista "Fiesta Brava" editada por Benjamín Ventura Remacha. Más tarde, en los años 70, Alfonso Navalón en "Pueblo" y Vicente Zabala al sustituir a Cañabate en "ABC", y muchos otros, amén de los programas radiofónicos o los primeras retransmisiones de TVE a cargo de Manuel Lozano Sevilla y luego Matias Prats. Asistí pronto a tertulias taurinas de las que ya no quedan, al menos con el nivelazo de aquellas de entonces, hasta que ya comprendí que poco más me podían aportar. Digamos, por decirlo así, que mi "Máster en Tauromaquia" (sin certificado oficial, jejeje) ya estaba más que completado.

Con 7 y 8 años de edad me dio por organizar mis particulares "ferias taurinas" (Madrid, Sevilla, Pamplona, Barcelona, San Sebastián) a modo de empresario taurino confeccionando carteles a mi buen entender con los toreros más destacados del momento. Los ilustraba con los dibujos "picassianos" de toros en el campo que mi padre me pintaba con gran maestría y cariño. Un buen día (acababa yo de cumplir nueve años), don Felipe, el inolvidable director del colegio de los Salesianos de Estrecho, un sacerdote joven dotado de enorme personalidad y carisma al que se le auguraba una carrera muy brillante, citó a mis padres en su despacho estando yo presente. Después de elogiar mi notable aptitud ante el estudio y mi buen comportamiento, don Felipe concluyó (dándolo por hecho) que yo era un gran candidato para ir al "Seminario" y hacer carrera sacerdotal; mis padres, como se dice ahora, "fliparon en colores" muy contrariados, y con todos los respetos le dijeron al bueno de don Felipe, que nuestro hogar ya era un "seminario" compuesto por 10 personas: una familia compuesta por 7 hermanos, padres, y "el tío". Pero don Felipe no se rendía e insistía, y dirigiéndose a mí con tono solemne y algo autoritario me dijo, "¿verdad que tú quieres ir al Seminario y ordenarte sacerdote como yo?" Se hizo un silencio sepulcral en la estancia sacerdotal...Miré a mis padres que empezaban a mostrarse muy preocupados ante la posibilidad de "perder" a su hijo, al pequeño de la familia. No sé bien cómo, pero el caso es que reaccioné con prontitud y listeza y contesté: "Verá don Felipe yo es que...lo que quería es ser...¡torero!" Mis padres sonrieron, y al cabo también don Felipe. Celebraron mi ocurrencia y todo quedó en nada. Aquélla repentización mía y salida "por peteneras" me "salvó". Tres meses más tarde don Felipe falleció en trágico accidente aéreo cuando acudía a Roma para visitar al Papa Pío XII que, según se decía, pretendía encargarle nuevas y altas responsabilidades a nuestro querido director. Un año más tarde pasé a cursar el bachillerato al Instituto Ramiro de Maeztu, también religioso, aunque mucho más liberal en todos los aspectos educativos y, sobre todo, en sus métodos de enseñanza. No obstante, he de decir que guardo un gran recuerdo de aquel colegio de curas tan entrañable y, principalmente, de la figura de don Felipe, su extraordinario director.

Recuerdo con nitidez absoluta algunas tardes de toros inolvidables, por apasionantes, en Madrid. Un faenón increíble del maestro de Ronda Antonio Ordóñez en la Feria de San Isidro de 1960 al toro "Bilalarga" de Atanasio Fernández en tarde lluviosa que obligó a la suspensión de la corrida después del tercer toro lidiado; la tarde de Antoñete con "Atrevido" de Osborne en 1966; la de Palomo Linares con "Cigarrón", también de Atanasio; la de Curro Romero con "Marismeño", de Benítez Cubero; otras gloriosas de Gregorio Sánchez, Andrés Vázquez, Antonio Bienvenida, César y Curro Girón, Paco Camino, El Viti, El Cordobés; más de Chenel ("éste tiene más arte que todo el Museo del Prado", me solía decir mi padre), Rafael de Paula, Manolo Vázquez, Ortega Cano, Manili, Julio Robles, Curro Vázquez, Roberto Domínguez, El Capea, César Rincón, José María Manzanares (padre), Yiyo, Esplá, Joselito, Espartaco, Ojeda, El Cid, Morante, Enrique Ponce, Juan Mora, José Tomás, Rafael de Julia,

Víctor Barrio

, Fandiño, y tantos y tantos... Cuarenta años de abonados desde 1976 (4 abonos del tendido 1 fila 3, con cerca de 2.000 festejos presenciados en la primera plaza de toros del mundo) dan para mucho. ¿Y toros en otras plazas? Sí, en muchas, tantas que se haría muy largo su relato y resumen. Me quedo, sin embargo, con una plaza de toros bellísima la de "mi pueblo":

Riaza

, con su feria y sus encierros, que creo no haberme perdido nunca desde que tengo uso de razón. Nada que ver con Las Ventas, claro, pero de esencias y tradiciones únicas. ¿Y en televisión? Casi todas.

La carrera de aficionado es muy larga. La de entendido todavía más. Ni toristas ni toreristas. Sí integristas del "todo". El buen aficionado, en cualquier caso, ha de tener la mente abierta a todas las tendencias para apreciar lo mejor de cada una, porque cuantos más toreros, más estilos de torear, ganaderías, encastes nos quepan en la cabeza, más disfrutaremos. No hay que pontificar en esto de los toros. Hay que argumentar. Acabamos de presenciar, por ejemplo, una tarde memorable del Juli en la Maestranza sevillana donde estuvo, además de dominador con su técnica y poderío habituales, muy artista. Mejor que nunca. Pues bien, los "listillos" de turno empiezan aponerle algunas pegas al torero madrileño y también al indulto del bravísimo "garcigrande", el segundo de su lote. Son ganas de epatar al personal, de querer ser más críticos que nadie, como si eso significase ser más entendido o mejor aficionado. Se equivocan de cabo a rabo porque para una vez que la unanimidad es general, en vez de ensalzar el acontecimiento (lo mejor visto últimamente en una plaza de toros) lo que hacen es dar malos argumentos a los antitaurinos. Van de "integristas", de "toristas", y lo que demuestran es ser muy ignorantes.

La afición a los toros, y voy terminando, exige de una previa "vocación" por la belleza, por el arte, por el valor, por el gusto que ha de fluir con naturalidad y nunca impuesta de manera artificial. El buen aficionado, por otra parte, debe ser muy puro también en todas sus expresiones. Torear es burlar las embestidas del toro con la verdad o de engañar al toro sin mentiras, con la verdad. En la tauromaquia, siempre, sin trampa ni cartón. Con la pureza del espectáculo por estandarte. Sin complejos y sin dudas a la hora de defender nuestra pasión por la Fiesta, porque como dijo Federico García Lorca: "Los Toros es la Fiesta más culta del mundo". No, no es nada sencillo ser un buen aficionado, y mucho menos entendido. Por eso hay tan pocos.
Me Gusta  0  Les Gusta
No me Gusta  0 No les Gusta
Para ver los gustos y comentarios de las pesonas, deberá registrarse.

Idioma:
Día a Día
Imagen del día, pulsa para ampliarla Domingo 14 de abril de 2024
¡ El Circo !
Próximos eventos
9
05
09
Próximos cumpleaños
Encuesta
¿Qué orquesta consideras la mejor de las fiestas Riazanas 2023?
Orquesta Raider
Orquesta The 8 y 1/2 Band
Orquesta La Huella
Orquesta Pikante
Orquesta Voltaje
Votar [ Ver resultados ]
Publicidad
Tiepo de respuesta del servidor: 0,203125 sg.
Fecha de Creación: 26/08/2003
© Peña "Los Gayumbos" (Riaza) 2003-2024
Web creada por: José Luis Palermo
Esta web utiliza cookies, puedes ver nuestra la política de cookies, aquí Si continuas navegando estás aceptándola
Política de cookies +