Hay ocasiones en las que el paso del tiempo da una perspectiva necesaria que permite encontrar el momento adecuado y la palabra justa para resaltar la importancia de un proyecto, de un trabajo y de un resultado. Esta semana celebramos el Día Internacional de los Archivos para destacar el valor de instituciones que salvaguardan los documentos escritos elaborados por nuestros antepasados para organizar su vida y su sociedad. A esto, en muchas ocasiones le llamamos “tradición”, “raíces” o “costumbres”. A los ciudadanos se nos convoca a preservarlas apelando a la memoria, que siempre es vida intangible, emoción y evolución. La memoria se somete al recuerdo de cada individuo, a la manipulación, a la deformación y al olvido. Sin embargo, los archivos proporcionan la llave para encontrar la salida de las sombras que refleja la memoria. Al acceder a la documentación escrita en un archivo, tenemos acceso a las fuentes de lo material, lo racional y lo permanente. Esta es la manera de recuperar el legado de nuestros antepasados y la “memoria” de lo que somos, reconstruyendo un pasado parcial a partir de fuentes fidedignas de información.
Por todo esto, es importante tomar conciencia de que también los archivos municipales son un estimable patrimonio histórico. Aunque no tienen la materialidad y la monumentalidad del Alcázar, poseen un valor inestimable y su pérdida es parangonable a la destrucción de un monumento importante también en una pequeña localidad. Perder un archivo sumerge a la sociedad en una amnesia permanente. En la actualidad, el conocimiento y la formación deben guiar a los alcaldes para considerar sus archivos municipales como patrimonio esencial de sus municipios. La riqueza patrimonial de muchos pueblos está en sus archivos. La Ley de Patrimonio Histórico Español obliga a las corporaciones municipales a tenerlos adecuadamente organizados y los alcaldes deben asumirlo también como un compromiso moral ante sus vecinos. Como regidores, este será uno de los mayores trabajos y mejores legados que podrán hacer por el futuro de su localidad.
El que tenga voluntad, que lo diga pronto. Después del año transcurrido desde su publicación y aprovechando las actividades del Día Internacional de los Archivos, es hora de tener voluntad para presentar al público el libro
Riaza
: una memoria recuperada. El inventario del Archivo Histórico desde la Edad Media hasta 1814, obra grupal escrita por Nuria Martín, Cecilia Ardanaz, Eva Gómez y Gonzalo López-Muñiz. Este libro es el resultado de un proyecto y un trabajo en la gestión del Archivo Municipal de
Riaza
que ha sido modélico y pionero en la gestión archivística de Segovia. El cometido de esta labor fue identificar, describir, inventariar, conservar y difundir los fondos documentales más antiguos del archivo, que hacen de él uno de los cinco más importantes de la provincia. Este libro, que da fe del estado del archivo y difunde los ricos fondos del archivo
riazano
, contribuye a conocer y comprender la historia de
Segovia
y de Castilla y León. Todo el trabajo se realizó en el mandato de la anterior corporación presidida por
Andrea Rico
y fue coordinado por el Archivo Histórico Provincial entre los años 2016 y 2019.
El contenido del libro presenta un lenguaje accesible pero riguroso y cumple una función divulgativa y científica. Se inicia con la nómina completa de los señores de
Riaza
entre 1480 y 1834.
Después de presentar las convenciones de elaboración del inventario, entra en materia explicando el desarrollo de los trabajos archivísticos. La parte fundamental del libro es el inventario y descripción de los documentos, donde se ha seguido un criterio cronológico de organización: primero el fondo medieval, desde 1221 hasta 1515; y, seguidamente, el fondo moderno, desde 1516 hasta 1814. Dentro de estos fondos, los documentos se han agrupado teniendo en cuenta su origen: municipal o procedente de autoridades externas al concejo. La originalidad de este capítulo es importante porque explica qué son y para qué sirvieron los distintos tipos de documentos que se encuentran en el archivo de Riaza. También se ha revisado el trabajo del profesor Antonio Ubieto, que en 1959 publicó la Colección diplomática de
Riaza
(1258-1457), identificando errores y “descubriendo” documentos inéditos que no estaban incluidos en su trabajo. Por último, los anexos incluyen las transcripciones de una selección de documentos y el índice topográfico y cronológico del inventario.
Estamos de enhorabuena al presentar este excelente libro a todo el público y al
riazano
en particular. El nombre de
Riaza
se difunde con un gran trabajo y un mejor proyecto, como ejemplo para otras localidades en defensa de su patrimonio. Al tiempo que sirve a investigadores y estudiantes de manual de trabajo y aprendizaje. Es un libro completo para todos aquellos que ven en la cultura un valor referencial de cada pueblo.
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