Riaza Los Gayumbos desde 1990

¡Vamos vamos, arriba! – piensas mientras das una última vuelta en la cama.
Sabes que hoy es un gran día. Aún tienes que buscar la ropa de la peña que guardaste triste hace un año, pantalones, camiseta, pañuelo de

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y faja. Tranquilo, tienes tiempo, tampoco hay que correr. Sólo tienes que darte una ducha para espabilar, y es que ayer no pudiste perdonar tomar algo con la Peña en la noche previa. Después un café y poco más para salir a la calle. El cielo ha amanecido azul y la luz es tan intensa que necesitas ponerte las gafas inmediatamente. Notas el aire fresco pero agradable de septiembre, ese que te pone los pelos de punta pero tanto te gusta. Te recuerda a tantas y tantas mañanas de fiestas y encierros desde niño, paseando por su recorrido después del almuerzo y antes del estruendo de los tres cohetes que preceden a la suelta de los toros que ponen a mil tu corazón.

Pero ahora lo que toca es recoger el ramo que dejaste encargado ayer y dirigirte a la puerta de la Iglesia. Mientras te acercas al lugar notas el revuelo de la gente, niños y padres, jóvenes y mayores, todos alegres compartiendo los minutos antes de la Misa entre risas y abrazos, conversaciones cruzadas entre amigos y familiares que se producen año tras año. Ya dentro de la Iglesia se extiende un manto multicolor tejido por las prendas de cada peña y sus ramos, percibes ese olor a sagrado, madera, frescor, y se te vuelven a erizar la piel al mirar al altar, allí está nuestra Virgen, la Virgen del Manto, altiva y bella como ninguna otra, sólo comparable a la de Hontanares.

Se escucha la palabra del Señor, se canta y se baila, y en el último momento, entregas tu ramo como ofrenda de amor a la Virgen mientras cruzas la mirada con ella.

Instantáneamente te llenas de paz, sientes la magia inexplicable de lo divino, pero regresas a lo terrenal cuando pones los pies en la Plaza Mayor y te reúnes de nuevo con tu Peña. Ya es momento de tomar un botellín todos juntos, últimamente la vida nos ha alejado pero aun así seguimos extrañamente unidos. Pasado un tiempo resuena música de jotas y todos subimos a las gradas de nuestro rojo coso portátil, presidido por el monumental Ayuntamiento. Desde allí vemos bailar a niños y niñas, todos perfectamente ataviados con sus trajes regionales, vestigios de otras épocas. También lo hacen los mayores, sustentando las tradiciones más ancestrales de nuestra tierra. De fondo empieza a escucharse la Charanga, anunciando momentos de fiesta y algarabía…

De repente, el rugido de tu móvil interrumpe tu sueño y vuelves a la realidad, a este complicado 2020, este año trágicamente marcado por el COVID-19. Y sabes, que aunque te duela, esta vez no toca, no vas a poder vivir la magia de este día como tanto anhelas. Este día que tienes grabado en tu mente y en tu alma desde tu más temprana edad. En el fondo sabes que no importa, porque es momento de cuidarnos, de cumplir con unas normas que marcan distancia con aquello que tanto queremos, pero cuya única intención es simplemente evitar perderlo definitivamente. Dejaremos las celebraciones, los abrazos, los besos, las risas y las conversaciones para otro momento y sin duda el año que viene volveremos con más ganas y fuerza, más unidos que nunca porque habremos hecho lo que tocaba por el bien de todos.

¡¡¡VIVA LA VIRGEN DEL MANTO Y VIVA RIAZA!!!

Por:

Héctor Cerezo

López