Este año no es tiempo de fiestas. Por mucho que nos duela, la crisis del coronavirus ha obligado a paralizar el país hasta tal punto que no podremos celebrar nuestras esperadas fiestas patronales.
Este año no retumbaran en la plaza los gritos de: ¡¡RIAZANOS!!, ¡¡RIAZANAS!! con los que el pregonero de turno abriría su pregón. No sonarán los ¡¡VIVAS!! a la Virgen del Manto y a la Virgen de
Hontanares
que pondrían nuestro corazón a mil, esperando que suene el chupinazo que de por comenzadas nuestras fiestas. La plaza no se llenará de gente viendo el desfile de peñas, ni las peñas pasearán orgullosas sus colores con sus pancartas en alto por las calles del pueblo. No habrá cervezas previas a la cena con la peña, y por supuesto no habrá cena de primer día de fiestas con los amigos. Esta vez nadie se excederá tanto por la noche que luego sufra las consecuencias durante tres o cuatro días. Los pantalones blancos nuclear y los colores de la camisa de la peña deberán esperar otro año guardados en el armario.
Este año honraremos a nuestra Virgen de
Hontanares
con mesura y responsabilidad. Ella entenderá que esta vez no nos juntemos todos para bailarla alrededor de la ermita, y seguro que al año que viene nos esperará tan lucida y pletórica como siempre. No se verá la pradera de
Hontanares
llena de familias y amigos preparados para comer las tortillas traídas de casa o con el fuego a punto para asar las chuletas, pero da igual, porque esto es pasajero y prometemos estar ahí puntuales el año que viene.
Esto solo es un paréntesis. Al año que viene volveremos a ponernos debajo del balcón del ayuntamiento vestidos con nuestros colores, con la plaza a rebosar de gente esperando que explote el cohete que de por iniciadas las fiestas. Volveremos a abrazarnos con los amigos, a reírnos a carcajadas y a disfrutar. Nos tenemos que prometer que al año que viene vamos a disfrutar el doble por lo que este maldito virus nos ha quitado y por aquellos que ya no podrán disfrutarlo, nos lo merecemos y se lo merecen.
Pero ahora toca ser responsables y prudentes. Guardarnos las ganas al lado de toda la ropa de la peña, porque de no hacerlo ahora quizás al año que viene se repita la misma historia, y esta historia solo debería tener un final posible, un final en el que todos estemos gritando en la plaza:
¡¡¡VIVA LA VIRGEN DEL MANTO!!!
¡¡¡VIVA LA VIRGEN DE HONTANARES!!!
¡¡¡VIVA RIAZA!!!
Por: Iván Gonzalez
de Dios
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