Riaza Los Gayumbos desde 1990

Ricardo Macarrón dejó sin firmar su último cuadro, un retrato de María Teresa, la gran duquesa de Luxemburgo. Lo dejó visto para sentencia el 14 de mayo de 2004. Pensaba pasar el fin de semana en su casa de

Riaza

(

Segovia

) y revisarlo a su vuelta a Madrid. Con calma, cuando estuviese seco. Pero un infarto de miocardio desbarató sus planes, y la `criolla´, conocida así por su origen cubano, se quedó sin su rúbrica.

Antes que ella habían pasado por su estudio la Familia Real al completo y un buen número de potentados españoles: Don Juan Carlos y Doña Sofía; el Príncipe Felipe; las infantas y sus hijos; Don Juan y Doña María de las Mercedes, padres del Rey y condes de Barcelona; Victoria Eugenia de Battenberg, esposa de Alfonso XIII; los barones Thyssen (cuyos retratos permanecen en la entrada del museo); Salvador de Madariaga... También habían posado para él reinas extranjeras como Isabel II de Inglaterra, Noor de Jordania, Gracia de Mónaco (Grace Kelly) y Gayatri Devi, la maharaní de Jaipur.

Su relación con la aristocracia comenzó en 1962, cuando retrató a la condesa Cristina Potocka y ésta empezó a promocionar su talento. Lo que había vivido hasta entonces y lo que aún estaba por llegar lo recoge ahora en un libro Alicia Iturrioz, pintora y viuda del artista. `Mi vida con Ricardo Macarrón´ (La Esfera de los libros) es un baúl de recuerdos `ordenados´ con la ayuda de la periodista Joana Socías. Un homenaje en el décimo aniversario de su muerte.

"Es el único pintor español que pintó cinco generaciones de Borbones. Algo que no hicieron ni Velázquez, ni Goya...", reivindica Iturrioz. "La persona que iba a ser retratada venía a su estudio. Charlaban un rato y Ricardo le tomaba muchas fotografías, como 20, en diferentes posturas. Luego las revelaba, elegía las que más le gustaban y empezaba a esbozar la figura con la fotografía", recuerda. Al principio lo hacía con el modelo delante, "pero se dio cuenta de que se perdía mucho tiempo".

El artista ingresó con 16 años en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Estudió un año en París y en la década de los 50 viajó por Europa para conocer las diferentes corrientes artísticas del momento. Su carrera como `pintor de la corte´ despegó en los años 60. Fue entonces cuando retrató a Simon Berry, hijo de los dueños del periódico `The Daily Telegraph´, y gracias a su éxito fue admitido en la Royal Society of Portrait Painters de Londres.

Su esposa es incapaz de precisar cuántas obras realizó a lo largo de su vida y cuántas jornadas de trabajo invertía en cada una. "Solía pintar varios retratos a la vez", señala. Dice que ninguno se le resistió. Lo que sí hizo fue decir `no´ en más de una ocasión. "Le encargaron muchos retratos en el extranjero que no quiso hacer", explica Iturrioz. Las peticiones llegaban de Oriente Medio (del sultán de Omán, por ejemplo), pero Macarrón no quiso viajar hasta allí.

Las fechas y los nombres son Historia, pero el libro ahonda también en el hombre que se escondía detrás del pintor. El que de pequeño había sido un niño débil que no pudo ir al colegio ni al instituto. El que ya adulto fumaba hasta 60 cigarrillos de tabaco negro mientras trabajaba. El que al poco de conocer a Alicia en la Real Academia le dijo: "Te quiero, pero tú y yo no podemos hacer nada porque soy demasiado pobre para ti y no tengo nada que ofrecerte"... No importó. La pareja contrajo matrimonio al terminar sus estudios, en 1951.

En realidad, el padre de Ricardo, heredero de la Casa Macarrón, un importante almacén para artistas, matriculó a su hijo en la Escuela de Artes Aplicadas. Quería que aprendiese a trabajar los marcos y que continuase con el negocio familiar. Fueron los pintores Ignacio Zuloaga y Mariano Benlliure quienes le convencieron para que el niño siguiese otro camino. El que le llevó a su mujer, al neoimpresionismo, a Zarzuela, a Buckingham Palace. Y al fin, a su mecedora de Riaza.