Estos pueblos no solo representan la riqueza histórica y cultural de la provincia, sino que también ofrecen experiencias únicas.
Segovia
es mucho más que Segovia. Entiéndase: que más allá de la capital, a lo largo y ancho de la provincia, se encuentra un territorio lleno de historia y naturaleza. Más de una fortaleza medieval digna de Juego de Tronos, tradiciones, paisajes únicos y unos cuantos pueblos perdidos en el tiempo que encarnan lo mejor de la belleza rural de Castilla y León. Pero solo uno de ellos será elegido como el pueblo más bonito al que viajar en diciembre.
Pedraza: Tradiciones vivas y cultura
Durante las noches de los Conciertos de las Velas, Pedraza maximiza toda su belleza rural con centelleantes lucecitas repartidas por todos sus rincones medievales. Sin embargo, el pueblo se puede visitar en cualquier otro momento. No hay que temer dejarse tentar por Pedraza, que la Cárcel de la Villa que hay junto al recinto amurallado no es más que una anécdota histórica. Una vez que se accede por la Puerta de la Villa, se inicia un viaje al pasado hasta el siglo XIII, cuando era bastión defensivo en tierras de Reconquista.
El castillo, que en su día fue propiedad de la familia Velasco, se ha hecho mediático al ser adquirido recientemente por dos famosos del mundo del espectáculo. Más allá, el conjunto patrimonial de Pedraza está formado por casas porticadas llenas de escudos nobiliarios, el edificio del Ayuntamiento o la iglesia de San Juan Bautista, cuya torre es punto de referencia para hacer el flâneur por esta maravilla rural. La espina dorsal es la calle Real que llega hasta la plaza Mayor, tan irregular como bella en su rareza urbana.
Sepúlveda: encanto medieval y hoces espectaculares
Los celtíberos y los romanos pasaron por estas tierras, dejando un legado en forma de puente, el Talcano, y de yacimiento arqueológico. Declarada Conjunto Histórico-Artístico, la villa es memoria arquitectónica de una época de esplendor durante la Reconquista. Desde su ubicación estratégica, las murallas del siglo XII y el castillo, que ahora alberga al ayuntamiento, revelan su importancia como bastión defensivo. Hay que apuntar en el mapa alguno de los figones centenarios donde deleitarse con el cordero o el cochinillo cocinado en horno de leña. Entre las joyas patrimoniales que ostenta, destacan la iglesia románica de El Salvador, el Santuario de Nuestra Señora de la Peña y el Arco de la Villa. Y entre las joyas naturales, el Parque Natural de las Hoces del Duratón, donde el río lleva siglos empeñado en esculpir un capricho paisajístico. Las buitreras y las ruinas de la ermita de San Frutos son paradas obligadas en este recorrido natural.
Coca: esplendor Mudéjar
Aquí nació Teodosio “El Grande”, uno de los grandes emperadores romanos hispanos. Y esta es una de esas felices efemérides que parecen condicionar el resto de la historia del lugar, hasta llegar a los tiempos en que se levantó una de las fortalezas más bellas de Segovia. Luego todo fue un lento pero inequívoco descenso hasta la despoblación actual. Su castillo mudéjar, construido en el siglo XV es una obra maestra de la arquitectura militar que aúna fortaleza y esbeltez palaciega. El casco urbano se recorre al encuentro de sus murallas antiguas, el Puente Grande y la torre exenta de San Nicolás que se alza en el skyline rural casi como si fuera un faro románico. En la constelación patrimonial de Coca hay que tener presentes, además del castillo, la iglesia gótica de Santa María, que destaca por sus espléndidas dimensiones y las filigranas de su rica ornamentación. Una antigua domus parece querer indicarnos que Coca seguirá siendo siempre romana.
Riaza: un combo de historia y naturaleza a las faldas de la sierra de Ayllón
De orígenes que se remontan al siglo XI, cuando las tierras castellanas ubicadas entre el río Duero y el Sistema Central tenían como misión evitar avance musulmán, hoy
Riaza
es una presencia anacrónica que combina a la perfección patrimonio histórico, belleza rural y un entorno natural lleno de interés. Como capital oficiosa del Sistema Central, conserva su espíritu ganadero, tal como lo demuestran los antiguos batanes y tintes del siglo XV que aún se encuentran. La Plaza Mayor con su llamativa forma ovalada es el corazón de la localidad. De ella parten calles empedradas que están flanqueadas por casonas que parecen competir en blasones y que conducen a un patrimonio de gran belleza como la iglesia de Nuestra Señora del manto y las ermitas de San Roque y San Juan Bautista. Cerca se encuentra el Hayedo de la Pedrosa, un bosque de mágico recorrido en cualquier estación del año. De vuelta, los asados, los guisos de ternera y las jornadas micológicas se convierten en la mejor opción para poner el broche de oro a una escapada rural.
Maderuelo: a orillas del embalse
Este pueblo segoviano parece aupado en un podio, bordeando los límites de la colina que han servido de cimientos desde su fundación. Un Conjunto Histórico-Artístico que se desarrolla en poco espacio, pero que engloba una muralla medieval, el Arco de la Villa (la puerta principal de acceso a la villa) y las iglesias de San Miguel y Santa María como testimonios de su pasado de importante enclave defensivo y religioso. Las casas de adobe y piedra parecen detenidas en otro tiempo. Hasta aquí venía Félix Rodríguez de la Fuente atraído por los buitres leonados de la zona, hoy protegidos gracias en gran parte a su trabajo de divulgador. El Parque Natural de las Hoces del Río
Riaza
es un universo de belleza natural de cañones y páramos por el que internarse en múltiples rutas de senderismo. El entorno del embalse de Maderuelo permite disfrutar de la belleza bucólica del lugar.
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