El regidor de la villa segoviana piensa que el fuego se tenía que haber controlado en Guadalajara en los tres primeros días desde que se declaró el domingo 21

El alcalde de
Riaza
, Benjamín Cerezo
(centro), habla con algunos de los integrantes del operativo en el puesto de mando avanzado de La Pinilla. A. de Torre«Hay calma tensa», resume el alcalde de Riaza. Los vecinos de esta localidad al nordeste de
Segovia
viven con intranquilidad la evolución que ha seguido el incendio forestal declarado el pasado día 21 de este mes de septiembre en la provincia de Guadalajara. Es más de una semana asistiendo a un frente de llamas que en tierras manchegas han arrasado más de 3.000 hectáreas y que, tras adentrarse en suelo segoviano en la noche del pasado sábado, ha quemado entre 200 y 240 hectáreas, fundamentalmente masas arbóreas de pino.
El regidor,
Benjamín Cerezo
, reconoce que las intervenciones terrestres y aéreas de las últimas horas, favorecidas por la humedad, han sido eficaces y han logrado estabilizar el fuego; pero no se fía. No baja la guardia. En el puesto de mando avanzado que ha quedado instalado en
La Pinilla
, explica que las labores que se están llevando a cabo para atajar el fuego y someterlo están siendo arduas. «Hay zonas muy complicadas» en las que los accesos, de por sí difíciles, lo son más para la maquinaria pesada que trabaja en hacer cortafuegos.
Por eso, priman las tareas terrestres manuales, con el consiguiente desgaste para los agentes, bomberos, brigadistas y demás profesionales que conforman un dispositivo de unas trescientas personas, como señaló el domingo el director general de Patrimonio Natural y Política Forestal de la Junta, el segoviano José Ángel Arranz.
El alcalde
riazano
localiza una «zona escarpada al lado de las pistas de esquí que entre el monte y las rocas se forma una vaguada». Ese es uno de los puntos calientes que preocupan por el escollo que supone para las dotaciones llegar hasta ella. Cerezo indica que la superficie más afectada es de pinar; relata cómo «se han construido cortafuegos para que no llegara a la carretera, y a pesar de todas las medidas, el sábado por la noche la progresión del fuego procedente de Guadalajara «se acercó a quinientos metros de la urbanización de La Pinilla».
Estas viviendas son en su mayoría segundas residencias, por lo que una buena parte estaban vacías cuando tocó desalojar a los residentes que sí estaban en esos momentos de mayor angustia y zozobra. «Anoche [por el domingo] parecía que nos cogía», recuerda
Benjamín Cerezo
la proximidad que alcanzó el frente de llamas empujado por la velocidad de unas rachas de viento de unos 60 y 70 kilómetros por hora.
Este lunes, la prioridad es acabar con la incertidumbre. Los análisis y evaluaciones vendrán después, desliza el alcalde de Riaza. Sin embargo, al preguntarle por la coordinación con los responsables de la gestión del incendio al otro lado de la sierra de
Ayllón
, se queja de cómo han actuado en la vertiente de Castilla-La Mancha. Les recrimina que «entre el domingo 21, el lunes y el martes no apagaran el fuego». Cerezo añade que «dejaron que se quemara la retama». Pensaban, intuye, que se agotaría; pero no fue así. El frente creció, se propagó más de lo que preveían y llegó a zonas arboladas de pinar. «Luego cambió el viento, sopló con fuerza y entró en la provincia de Segovia», añade.
Desde este pasado jueves, con el fuego progresando y arrasando la vertiente alcarreña, a menos de 48 de horas de que irrumpiera en territorio segoviano, ya fue imposible que lo controlaran. «Se les fue de las manos», piensa el regidor
riazano
, que confía que ese viento que impulsó la destrucción hacia el nordeste por
Cerezo de Arriba
amaine y permita avanzar en el control y extinción de un incendio que ha llegado con nocturnidad, en el incipiente otoño y a temperaturas de dieciséis grados que bajaron hasta los doce con la humedad del sirimiri.
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