El incendio declarado en el Pico del Lobo que atravesó la frontera segoviana ya no tiene llamas activas, pero persisten los puntos calientes
La provincia de
Segovia
estaba en vilo. Ahora, con las llamas contenidas, se busca el lado positivo, y es que la esperanza es lo último que se pierde. La rápida intervención de los equipos forestales, la solidaridad de los vecinos, la lluvia, etc. Todo ha contribuido a que lo que podía haber sido una catástrofe, se quedara en un susto. Aunque un gran susto para todos esos vecinos de la urbanización de
La Pinilla
y la localidad de Riofrío de
Riaza
que del sábado al domingo tenían que abandonar sus viviendas ante la posibilidad de que las llamas, que llegaban del incendio forestal del Pico del Lobo en Peñalba de la Sierra (Guadalajara), se extendieran hasta el municipio.
«Sin los equipos que han llegado habría ardido todo», revela emocionado el alcalde de Riofrío de
Riaza
, Manuel Sanz. Una opinión que comparte el alcalde de
Riaza
, Benjamín Cerezo. «Se ha quemado menos de lo que pensábamos. Al principio hablábamos de muchas hectáreas, pero ahora la estimación está sobre las 200 hectáreas. Eso es gracias a la fuerza de todos estos trabajadores, de los equipos que han venido desde todos los puntos de Castilla y León», matiza. Mientras que Sanz hace hincapié en la importancia de las labores realizadas días antes de que las llamas cruzaran la frontera entre Guadalajara y Segovia. «Nos protegieron desde antes».
Aún vigilado. El CECOPI (Centro de Coordinación Operativa Integrado) celebró ayer su cuarto encuentro en la Delegación Territorial de la Junta en
Segovia
para actualizar la información sobre la situación del incendio de
Cerezo de Arriba
, tras una noche intensa de trabajo. El fuego continúa clasificado en Índice de Gravedad de Riesgo (IGR) 2. Aunque ya no hay llamas activas, persisten puntos calientes humeantes dentro de la masa arbolada.
Las labores nocturnas fueron efectivas, pero es necesario mantener tareas de eliminación de esos focos, especialmente en el sector de
La Pinilla
, la zona más complicada por su fuerte pendiente y difícil acceso. Allí se concentra además la mayor preocupación, al encontrarse cerca de las infraestructuras turísticas y deportivas de la estación de esquí, que permanecen cerradas al público.
No existe riesgo para los núcleos de población y los vecinos desalojados ya pudieron regresar a sus casas con normalidad. Sin embargo, continúan cerradas por seguridad las carreteras SG-114 (Riaza–La Pinilla), SG-115 y SG-112 (acceso a Riofrío de
Riaza
), para garantizar el tránsito de los medios de extinción y evitar la llegada de visitantes.
solidaridad. Javier Gamazo, coordinador de Protección Civil de
Riaza
, resumía ayer en declaraciones a Vive! Radio
Segovia
la otra cara de esta emergencia: la solidaridad vecinal. «Ahora mismo estamos en la estación de esquí de
La Pinilla
, donde está el puesto de mando avanzado, y nos dedicamos sobre todo a la logística: llevar comida, bebida, café caliente…».
Gamazo recuerda la inquietud con la que vivieron el salto de las llamas desde Guadalajara a Segovia. «El sábado cambió el aire y saltó aquí, fue un momento de sorpresa y miedo. Pero la gente reaccionó de manera ejemplar». La mayoría de los vecinos desalojados regresaron a sus segundas residencias en Madrid, y apenas cinco o seis personas pasaron la noche en el polideportivo de
Riaza
, ocupado en su mayor parte por la UME.
Lo que más destaca el coordinador es la respuesta ciudadana. «Desde el sábado, cuando nos activaron, no nos ha faltado ayuda. Las cocineras de la residencia de ancianos de
Riaza
prepararon tortillas y caldo; empleados de supermercados como Día y Lupa atendieron nuestras llamadas a cualquier hora; un carnicero, Jesús Belinchón, nos ofreció todo lo que tenía. La solidaridad ha sido increíble», una opinión que comparte con el regidor
riazano
, quien agradeció la solidaridad mostrada por los vecinos y negocios locales durante los días más críticos. «Todos se han volcado, es un orgullo ver cómo el pueblo ha respondido», revela.
Protección Civil de
Riaza
, con unos 24 voluntarios que se turnan para compaginar su labor con sus trabajos habituales, mantiene un dispositivo activo las 24 horas del día. «A las siete de la mañana ya estábamos subiendo agua, café y leche para las brigadas. Seguimos atentos, porque aunque la situación es más tranquila, todavía quedan focos calientes y hay que acompañar a quienes trabajan en el monte», explica Gamazo.
En la zona, hoy, el panorama ofrece más calma: helicópteros y brigadas siguen operando, pero la sensación general es de alivio. Un alivio que no habría sido posible sin la combinación de profesionalidad, prevención y una solidaridad que se ha hecho notar en cada rincón de la Sierra de Ayllón.
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