
El polideportivo de Aldaya acogio a los voluntarios que llegaron de toda España, entre los que estaban los segovianos - Foto: ICAL
Cuando la DANA golpeó con fuerza la Comunidad Valenciana, hace ahora un año, varios equipos de Protección Civil de la provincia de
Segovia
partieron hacia las zonas más afectadas para ayudar en las tareas más urgentes. Eran los primeros días tras el desastre y todo era confusión, barro y silencio. Entre los que acudieron estaban voluntarios de La Granja y
Riaza
, y vecinos de pequeños pueblos como Muñopedro, que viajaron por su cuenta con herramientas, palas y productos de limpieza. En un encuentro propiciado por Vive¡ Radio y coordinado por Alberto Guerrero, todos recuerdan aquella experiencia como un antes y un después.
Javier Velasco, entonces jefe de Protección Civil en La Granja, asegura que la imagen de las calles anegadas sigue grabada en su memoria. «He vuelto hace poco y, aunque se ha avanzado mucho, todavía queda muchísimo por hacer. El destrozo fue tal que un año no basta».
Su agrupación se integró en las labores de asistencia y limpieza en Catarroja, Benetússer y Alfafar. «Nos destinaron a la Universidad de la Florida, donde se montó una unidad de críticos con médicos, enfermeros y voluntarios de toda España. Al mando estaba un teniente de la UME y allí hacíamos de todo: desde atender heridos hasta ayudar a trasladar medicinas o alimentos».
También desde
Riaza
partieron varios voluntarios. Javier Gamazo y María José Gonzalo llegaron con su grupo a las pocas horas de la catástrofe. «Aquello parecía una zona de guerra», recuerda Gamazo. Durante semanas limpiaron garajes, ayudaron a los vecinos a acceder a los ambulatorios y colaboraron en la distribución de material. En diciembre regresaron para participar en un reparto de juguetes. «Fue increíble ver las caras de los niños después de todo lo que habían pasado·, resume.
María José todavía se estremece al rememorar el momento en que los agentes les pidieron abandonar un garaje por el hallazgo de cuerpos entre los coches. «La tensión era continua, pero también veías la enorme capacidad de la gente para ayudarse. Eso fue lo que más me marcó», explica.
Para Juan Manuel, otro miembro del equipo de
Riaza
, aquella experiencia cambió su forma de entender la vida. «He vivido el COVID y otras emergencias, pero nada como esto. El dolor de la gente te atraviesa. A la vez, fue una lección de solidaridad, y dentro del caos había organización. Los propios vecinos se echaron la tragedia a la espalda».
Los testimonios coinciden en señalar la descoordinación de los primeros días. «No mandaba nadie, ni siquiera la Guardia Civil sabía cómo actuar», recuerda Juan Manuel. Aun así, de aquella confusión surgió una red espontánea de apoyo que, según los voluntarios, fue decisiva. «Cuando pasa algo así -añade Velasco- no hay que buscar culpables, sino soluciones rápidas. Los responsables ya aparecerán después».
El espíritu solidario también se extendió por toda la provincia. En pueblos como La Granja,
Riaza
o Muñopedro se organizaron recogidas de material y donaciones. Sin embargo, las agrupaciones no notaron un aumento significativo de nuevos voluntarios. «Esto exige tiempo y compromiso", admite Velasco, «pero cualquiera puede ayudar, aunque sea con un vehículo, un donativo o visitando a los mayores del pueblo cuando ocurre una emergencia».
Entre los que viajaron por su cuenta estaba Javier Rodrigo, vecino de Muñopedro. «Vi las imágenes y pensé que tenía que hacer algo», recuerda. Junto a unos amigos cargó una furgoneta con herramientas y partió hacia Masanasa. «Nos decían que dejáramos el material en un polígono, pero queríamos trabajar nosotros mismos». Asegura que lo más impactante fue ver las calles vacías: «Había toneladas de barro, pero pocas manos para moverlo. Faltaba coordinación, no voluntad».
Aquel grupo acabó durmiendo en casas de jóvenes valencianos que los acogieron. «Nos daban de cenar, nos trataban como familia», dice Rodrigo, que asegura que «volvería sin dudarlo». «Fue duro, pero muy gratificante. Parecía otro país, pero también el lugar donde vi lo mejor de las personas», concluye.
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