Un paseo por la España medieval y un homenaje a la cocina tradicional castellana
Hay un destino en Castilla y León tiene que marca un antes y un después en la gastronomía rural. Se trata de
Riaza
, en la provincia de
Segovia
, que se ha convertido en la primera localidad de la región en integrarse en la Red de Pueblos Gastronómicos de España. Situada a unos 75 kilómetros de la capital segoviana, en pleno entorno de montaña, combina patrimonio histórico, naturaleza y, por supuesto, una cocina que hace historia.
Antes de la hora de comer,
Riaza
recibe a sus visitantes con un tesoro arquitectónico único: su Plaza Mayor elíptica. Su encanto reside en que está dividida en dos secciones por el Ayuntamiento, con gradas de piedra, barandillas de hierro forjado y soportales que resguardan las casas serranas y los solares del siglo XVIII. Un lugar en el que contemplar los balcones corridos, las alturas irregulares de los edificios y los detalles de las cornisas de madera.

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A un paso, la Iglesia de Nuestra Señora del Manto impresiona por su campanario de 33 metros y su conjunto renacentista que incluye retablos, capillas y colecciones de arte sacro. Pero
Riaza
no se queda en las inmediaciones de su plaza: ermitas como San Juan, San Roque y
Hontanares
salpican la villa y su entorno, ofreciendo rincones que mezclan la calma con la tradición y donde se celebran romerías y fiestas populares que mantienen vivo el espíritu del pueblo.
Además, si hablamos de naturaleza,
Riaza
es un regalo para los amantes del aire libre. Desde la villa, se puede caminar por el Hayedo de La Pedrosa, uno de los bosques de hayas más grandes de Europa, explorar los Parques Naturales de las Hoces del Río Duratón y del Río
Riaza
, o recorrer la Ruta de los Pueblos Rojos, con sus tierras y construcciones teñidas de rojo y bosques de robles, encinas y quejigos que, en otoño, se visten de colores de cuento.

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Para los más aventureros, está la Estación de Esquí de
La Pinilla
y su bike park, tirolinas y puentes tibetanos para quienes quieran sumarle emoción a la visita. Y no hay que olvidar la Cueva de los Enebralejos, con sus estalactitas, estalagmitas y recreación de un poblado prehistórico.
Pero si algo ha llevado a
Riaza
a la Red de Pueblos Gastronómicos es su cocina auténtica y estacional. El cordero asado en horno de leña es la estrella, acompañado de cochinillo, carnes a la brasa y pescados como la trucha o el congrio. La tradición se mantiene también en la repostería: amarguillos, tortas de chicharrones y tortas sobadas son solo un adelanto de las delicias locales.

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No obstante, cada época del año tiene su plato: en Navidad, el pollo de corral, besugo, cordero y productos de matanza; en San Blas, la caldereta de bacalao y careta de cerdo; en Semana Santa, torrijas, limonada y torta sobada; y en San Juan o
Hontanares
, comidas al aire libre con tortilla, chuletas y calderetas que se comparten entre vecinos y visitantes.
Riaza demuestra que hay pueblos que lo tienen todo: gastronomía, patrimonio y naturaleza. Porque comer aquí no es solo un acto culinario, sino una experiencia que conecta identidad, paisajes de postal y cultura. Desde sus asadores hasta sus rutas por los hayedos y hoces,
Riaza
se está conolidando como referente del turismo gastronómico en Castilla y León y en España por derecho propio, ofreciendo a los visitantes un viaje donde cada plato cuenta una historia y cada paseo queda en el recuerdo.
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